Hace unos días, caminaba por Ciudad Universitaria con una amiga y hablábamos acerca de cómo el reggaetón reproducía violencias machistas e incentivaba las mismas a partir de la hipersexualización y cosificación de la mujer (por supuesto, no es el único género que hace tal cosa, pero, por algún motivo probablemente clasista, se tiene la idea de que es El género de la denigración a la mujer). En esas estábamos cuando le comenté que hace algún tiempo, cuando iba en secundaria, había una canción que decía algo como “angelito vuela, angelito vuela” y que me gustaba mucho, aunque no recordaba el motivo. Cuando terminé de contar esto, ella, muy indignada, me dijo “qué chaka”. No me sorprendió el hecho de que me dijera tal cosa, sino que, por unos momentos, me sentí verdaderamente insultado. Pero, ¿por qué “chaka” sería un insulto?, ¿cómo llegamos a eso?
Es importante fijar el origen de la palabra: parece ser que chaca viene de “chacal”. La deformación del término se dio en dos sentidos, principalmente, cuando se optó por que la “l” desapareciera para nombrar otras cosas: todo indica que primero se dio el sentido positivo en el que lo “chaca”, lo “chacalón” y el “chaca” era aquello bueno, lujoso, de buena calidad o una persona importante. Todo ello derivado precisamente del animal mamífero, territorial, depredador y carroñero que, en la sociedad capitalista actual, adquiere, según la clase social de la persona a la que se designe como chaca, una conotación positiva del empresario, del que no se deja y del que aprovecha las circunstancias para hacer dinero.
Por otro lado, también bajo el manto de nuestra visión clasista de ver el mundo y de la concepción general del bien y el mal, en determinado momento se optó por hacer de esta palabra algo negativo, algo desprovisto de calidad, ya que el chaca, el jefe o el bueno para hacer algo, también podía ser el chaca de una banda criminal o de un cártel. A partir de este último cambio, se puede ver un paso interesante también del “chacal” y cómo se relaciona indirectamente con el “chaca” hasta lograr empeorar el sentido de este último término. El Diccionario del Español de México dice que “chacal” puede variar desde el “mamífero carnívoro…” hasta la persona que se aprovecha con ferocidad y sin misericordia del daño que otra sufre o, para el caló, un ladrón que suele matar a sus víctimas.
En el imaginario del mexicano, el ladrón, estrictamente visto como chacal/chaca, es únicamente el que tiene bajos recursos o “tiene necesidad” de robar, la palabra “ladrón” se ha vuelto una alabanza casi para aquel que roba, puesto que existen diversos términos para calificar al mismo y que son considerados insulto. Es interesante que sea de este modo, pues se deja afuera de este término a los gobernantes corruptos debido a su clase, éstos pasan a ser peyorativamente “ratas”, “rateros” (calificativos también adecuados para alguien de clase social baja), pero nunca “chacas”.
Ahora, vale la pena preguntarnos “¿por qué entonces ahora se les llama ‘chakas’ (sí, se escribe con ‘k’) a los reggaetoneros?”. Aquí es importante volver a lo dicho anteriormente: en el imaginario popular, únicamente las personas de estrato social bajo son chacales, ladrones, de temer. En relación con esto, el reggaetón surgió y se esparció en este estrato social, por lo que a los que escuchan este tipo de música comenzó a asociárseles con la “incultura”, la falta de educación y valores; es decir, se les empezó a prejuzgar como criminales. El término “chaka” se ha vuelto una burla, además, del nulo conocimiento de ortografía que, supuestamente, tienen, es por ello que en lugar de escribirse con “c”, se hace con “k”, conformando otra especie de clasismo: el clasismo intelectual.
Otra característica que es importante señalar acerca de todo esto es que el término “chaca” se ironiza para nombrar a los “chakas” y es justo por eso que surge esta última palabra: los chacas eran los lujosos, los poderosos de un cártel que podían vestir la marca que quisieran y tener vehículos de toda clase; sin embargo, cierto estrato social comenzó a aspirar a ser ese chaca con dinero, y comenzó a buscar imitar el estilo, por lo que se decidió a comprar cosas piratas que tuvieran marcas reconocidas impresas. Algo a lo que hoy también le llamaríamos wanna be.
Todos los chakas son nacos, pero no todos los nacos son chakas, puesto que para ser chaka no solo debes ser de clase social baja, sino escuchar reggaetón; por otro lado, no toda persona que escucha reggaetón es chaka, sino únicamente los que no tienen dinero y son morenos (casi de manera necesaria): a aquellos que escuchan ese género musical y tienen dinero o son blancos, se les llama “reggaetoneros”, un término no necesariamente despectivo, cosa contraria al caso de “chaka”.
Entonces, tenemos aquí varias características, muchas veces imaginadas por la gente, que dan cara al “chaka”: es un criminal, su estrato social es bajo, de preferencia es moreno, escucha reggaetón, tiene poca educación y es un wanna be con aspiraciones ligadas a lo ilegal. Aunado a lo anterior, al menos en México, a los chakas se les asocia con dos equipos de soccer principalmente: el América y el Cruz Azul.
Entonces, ¿qué es realmente un “chaka” después de todo? La existencia del chaka en el imaginario es producto, muchas veces, de la falta de consciencia de clase que tiene la gente que usa el término, ya que gran parte de esas personas que lo usan habitan el mismo estamento social que aquel chaka; la presencia de este término peyorativo denota también una cuestión aspiracional de clase: el que nombra al chaka busca despegarse de él para acercarse (siempre en su cabeza únicamente) al estamento “superior”, busca “ser mejor que el otro”, se tiene un complejo de superioridad mal maquillado.
Considerando la cuestión aspiracional tanto del chaka como del que lo nombra, que probablemente el estrato social de ambos es bajo, que también seguramente los dos son morenos, que uno “luce como criminal” y el otro lo acusa injustificadamente, ¿quién es más chaka: el aficionado al reggaetón con pocos recursos o el que lo nombra?
¡Chaka el que lo diga!
¡Chaka el que se ofenda!
El Brayan. (Iztapalapa, 1988) Licenciado en Ciencias políticas por la UNAM. Ha publicado en otras revistas electrónicas bajo diferentes seudónimos.
tu final fue genial, me latió tu desmenuce
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