Poema | Hacia una definición del buen augurio y la abundancia, por Roberto Cambronero Gómez

Espero que un día llegue el pájaro de buen augurio
a mi casa o a mi apartamento, que del río salgan los sapos de la abundancia
y los balcones estén llenos de amigos que sostengan huevos que incuban
nuevas generaciones de arcilla y plástico, que sobre el suspiro terrestre
haya madres, que la leche se salga de los cartones en niágaras reparadoras
y que todo huela al aire acondicionado de las farmacias.
Por lo menos tener la pluma caída del pájaro de buen augurio
para que de mi sombra nazcan helechos oscuros de la misma
materia que los sargazos de los inframundos, de las coronas de
paja que se dan en las ceremonias a los resucitados.
O solo que decida venir a morir el pájaro de buen augurio;
que caiga en la terraza como un meteorito hueco y ligero,
que me deje al menos meterlo en una caja de zapatos,
escribir un epitafio sin inspiración con marcador permanente
y guardarlo entre los metales que abovedan los páramos.

 


Roberto Cambronero Gómez. Nació en 1995 en San José, Costa Rica. Cursa la carrera de Literatura y Lingüística en la Universidad Nacional de Costa Rica. Ha colaborado en las revistas Almiar, Letralia, Espora, Marabunta, Kaleido, Islario y Bistró. Ganó el premio Una Palabra 2015 en la rama de teatro con El insólito rapto de Doña Inés. Escribe una columna de opinión en la Revista Viceversa.

 

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