[Texto y fotos por Jordy Pngn]
I want to see it painted, painted black. Black as night, black as coal, I want to see the sun, blotted out from the sky, I want to see it painted, painted, painted, painted black, yeah.
Un viejo sentado frente a un escritorio fuma y bebe; detrás de él hay pósters de grupos de emblemáticos: Metálica, The doors, Rolling stones. Habla de los viejos tiempos, de lo que para él significo el 68; cinco jóvenes discuten por qué sí o por qué no cruzar una línea roja marcada en el piso; cuatro máscaras gigantes y dos narices analizan por qué sí o por qué no actuar bajo las formas en que lo harán.
Estas son escenas básicas de la obra México 68 presentada en el teatro “el Milagro”, obra que muestra lo que significaron para distintas realidades los acontecimientos que desembocaron en el dos de octubre de 1968: no solo se era la cuestión de Díaz Ordaz contra el estudiantado, no. Era algo más profundo en la visión generalizada.
Cinco jóvenes de diferentes ideologías y perspectivas: tres de nombre Gustavo y dos Gustava (así nombradas por el padre); un padre que viste la banda presidencial y una madre vestida de traje “masculino” e igual envuelta con la misma prenda. Una de esas jóvenes, una Bocaza (así nombrada por sus hermanos), cruzará la línea que ha marcado el padre, esa línea roja que significa muchas cosas, liberación para ella, transgresión para aquel que viste la banda presidencial.
Díaz Ordaz era considerado el padre de los mexicanos, por ello más que como una represión a los estudiantes fue visto como una cuestión de disciplina, de encausar al buen camino a esos muchachos descarriados. En la casa (México) se tienen reglas y estas se tienen que respetar: si no hay respeto, hay que disciplinar, ello es la obligación de un padre que se respete, es algo que le enseñó tanto su familia, como su linaje político.
El temor al comunismo, a que esta ideología fuera la que sacara de control a la juventud mexicana, la conjura comunista como lo que le quitaba el sueño al señor presidente provocaron que no hubiese una opción de diálogo entre los jóvenes y quien se sentaba en la silla del águila. “Malagradecidos, descarriados”, pensaba uno; “intolerante, intransigente”, pensaban los otros.
Hoy muchos mexicanos recordamos más lo que sucedió en la plaza de las tres culturas, lo que hicieron el Tibio Muñoz y el Sargento Pedraza. Recordamos con dolor y con rabia lo que el gobierno priísta le hizo a la juventud mexicana. Conmemoramos lo sucedido para no olvidar, para evitar que el gobierno con todo su aparato se ensañe con la población, aunque en realidad eso no se ha podido erradicar.
El clímax, Tlatelolco 2 de octubre 1968. Si hoy se habla de abrazos no balazos, en esos días el presidente y su corte determinaron que fueran balazos, no el dialogo, y así se callaron momentáneamente la inquietud, la irreverencia, la rebeldía. Las expresiones juveniles se volvieron aún mas clandestinas: el rock encontró un hogar en los cinturones de pobreza que rodeaban la gran ciudad, la organización estudiantil se encontró en el clandestinaje y vino una época de paz fingida, pues la guerrilla urbana aparecerá.
La música es vital en la construcción de la obra: desde “Strawberry fields forever” hasta “Simpathy for the devil” tendrán el papel de profundizar en el drama, en la intensidad, dentro de una obra impactante, fuerte, profunda. La música y también la iluminación son complementos adecuados para lograr que el espectador comparta las emociones de los personajes; la actuación logra que, sin ser nombrados, reconozcamos inmediatamente a los personajes.
Esta obra es algo imperdible para los amantes del teatro, pero también para todos aquellos que quieren acercarse al tema de Tlatelolco 68.
I want to see it painted, painted black. Black as night, black as coal. I want to see the sun, blotted out from the sky, I want to see it painted, pa’.
Teatro El Milagro.
Guión y puesta en escena: David Olguín.
Elenco: Mauricio Davison (Cronopio), Mar Aroko (Bocaza /Madre), Yenizel Crespo (Maguita /LEA), Manuel Cruz Vivas (Kinkos /Sócrates), Ramiro Galeana Mellín (Tartajoso / Jayaxtreinta y tres), Valeria Navarro Magallón (Trola/ Barros), Viridiana Tovar Retana (Cuca/ Barragano) e Iván Zambrano Chacón (Padre).
Escenografía e iluminación: Gabriel Pascal.
Horario de México 68: Jueves y viernes 20:30 horas, sábado 19:00 horas y domingo 18:00 horas.
Clasificación: Adolescentes y adultos.
Boletos: Entrada general $250. Maestros, estudiantes e INAPAM, $160. Vecinos de la colonia Juárez y maestros y estudiantes de teatro, $80.
Jordy Pngn. Historiador por la UNAM, FFYL, por convicción. El pasado es importante para definir nuestras acciones futuras, el olvido no debe de ser. todas las voces deben ser escuchadas, la memoria tiene que ser el legado de los pueblos.
Comparto el tiempo que dedico a la historia con el amor que siento por la fotografía… ella como una parte esencial en la vida moderna para el registro y la memoria colectiva.