A Carolina
I
SOH ^A
DESPEGUE
Etapa
primaria
Ignición
eléctrica
del primer
motor
3G o 4G
(para, al menos,
poder levantar
las manos)
Orbitar un poco la Tierra
para escapar de su fuerza gravitacional
Desprendimiento de la primera fase.
Basura que cae al cielo.
Ligereza material.
Etapa secundaria.
Ignición del segundo motor…
STX ^B
La astronomía es un ejercicio de humildad y carácter. Se dio cuenta, al despertar, que ahora no tenía capas de metal que la separaran de la nada sino un vidrio reforzado, más delgado que el metal. Observó la Tierra y era tan parecida a una mota de polvo que sopló para intentar quitarla, pero solo logró empañar el vidrio. El descenso fue exitoso en el valle de Exopotamia (y el festejo no tuvo papeles voladores ni gritos entre los paneles de control y los sistemas de comunicación en la Tierra, pues el encargado de entregar las Hojas Recicladas para Festejo se había olvidado de sacarlas del almacén y por supuesto fue cesado de su cargo), era la primera de una gran planilla de astronautas que llegarían cada cierto tiempo diciendo:
estoy aquí; ya llegué, esto es real, la Tierra sigue girando;
acabo de ir al Río Congo;
hace poco fui a París, visité a La Gioconda en el Museo del Louvré y sigue
envejeciendo;
aquí estoy: el Palacio de Invierno sigue siendo real en Rusia y tú sigues siendo
real en este lugar;
sigues cuerda.
Entonces respondería y preguntaría cómo les había ido en París, por el clima en Rusia, por los diamantes del Congo, el viaje hacia acá: “¿Qué tal el protocolo medio y las píldoras?” Preguntaría cualquier cosa porque no estaría segura de nada. Intentaría hacer una síntesis del mundo en una sola conversación para verificar si el mundo seguía intacto.
Aterrizó en el borde del cráter. Ni Laika muerta por asfixia y estrés, ni el mono Albert I sofocado por la inmensidad del espacio, o Albert II destruido por un impacto estuvieron más solos que ella.
Irene sería la encargada de analizar la tierra y las rocas para que un Estado se asentara en aquel planeta: los astronautas caerían con taladros industriales y mecánicos espaciales, rieles, aluminio, madera, tecnología, ruidos, voces… le pedirían los datos y empezarían la construcción de la base y la sociedad. Exportarían viejos vehículos y viejos modos de alzar las manos, de empuñar un arma, tomar un tenedor y beber agua; viejos recuerdos caerían en el planeta, nostalgias, lenguaje, Todo sería un baúl de viejos modos. Tomó sus pastillas y antes de dormir dentro de su cápsula imaginó las construcciones indispensables:
Un edificio dónde los astronautas y mecánicos vivieran. Allí tendrían la imaginación y el pulso para trazar los planos de todo lo demás y así descargar toda la melancolía de la Tierra. Después un comedor, un pozo y un sótano. Pero lo principal era una estación de ferrocarril porque la energía gravitacional gastaba infinidad de recursos que no se encontraban allí, por ello, la humanidad decidió regresar unos siglos y gastar carbón para el movimiento de los recursos naturales.
Escuchó números en su cabeza (01101100 01101100 01110101 01110110 01101001
01100001) que la hicieron salir de la cápsula aterrada. Sólo estaba lloviendo.
NAK ^U
II
El tiempo que pasó analizando datos notó cosas que se habían convertido en su único lazo con la realidad:
- Existían solo el polvo y el sonido de la máquina de análisis; cuando en su hogar escuchaba el crujir de una hoja, de cartón, una lata, periódico o madera con cada paso.
- En aquella tierra, ni una rama cosquilleaba los tobillos.
- Existía una timidez al retroceder unos pasos para tomar cualquier fotografía.
- Había rincones en total oscuridad. Nada había en esos rincones del cráter más que polvo y ella: corrompiendo todo silencio y movimiento uniforme y milenario del planeta.
(Recostada en el suelo, miró a un rincón oscuro del cráter y lo comparó con los rincones de la Tierra, de los árboles y de los cuartos de sus hermanos muertos 0100010001101001 01100101 01100111 01101111 00100000 01100101 00100000 0100100101110110 01100001 01101110 en Palermo, cuartos intactos y —ahora— anacrónicos que se habían quedado con los 01101000 01100101 01110010 01101101 01100001 01101110 01101111 adornos de niños de cinco años mientras que su cuarto evolucionaba: siete, diez, diecisiete años… Recordó que cuando había entrado al cuarto vacío y abandonado de sus hermanos ya estaba carcomida la ropa por las polillas, las lámparas llenas de polvo y los libros humedecidos).
Hubo un día en que encontró la melancolía y el existencialismo humanos en el fondo de un vaso con agua, en tres cerillos la ira y la tranquilidad petrificada de la Segunda Guerra Mundial, en una roca un rostro de lagarto, en la tipografía de su computadora un espejo… observó que bajaba algo del cielo. Por fin habían llegado y la habían encontrado en el Valle de Exopotamia, descendían naves inmensas con personas y maquinaria.
Un apretón de manos con el ingeniero, el arquitecto, el carpintero, el herrero. Una entrega de datos, conversaciones acerca del clima cuando dejaron la Tierra, deberes que dejaron pendientes, Islandia congelada, el sabor del café en Roma, los arcos en la arquitectura francesa: la Tierra definitivamente giraba. Si hubieran llegado poco a poco sería menos caótico. Los martillazos, las voces, el ruido… el planeta era un eco gigante 01110010 01100101 01100011 01110101 01100101 01110010 01100100 01101111 de la Tierra. Los recuerdos pasaban de la boca a los oídos y de los oídos a los ojos empapados. Cantaban de día y de noche se escuchaba el eco de las canciones en las vigas, la madera y el metal. Los números en su cabeza seguían sonando sin parar.
Los trabajos se realizaron muy rápido. Dos semanas y todo estaba listo para crear una sociedad nueva con viejos fantasmas. Irene observaba miles de sombras andar por el terreno, invirtiéndolo, arrastrando sombras por donde nunca hubieran pasado ni en un millón de años. Su cabeza estaba a punto de reventar. La hipótesis era que los rayos galácticos le habían provocado Space Brain. El tren no paraba ni un segundo porque llevaba material para seguir excavando, cimentando y construyendo anexos de los anexos. Irene se alejó de la celebración y empezó a caminar, confundida, por las vías del tren.
CAN ^X CAN ^X CAN ^X CAN ^X CAN ^X
III
Los números 01100010 01100001 01101001 01101100 01100101 no sólo los escuchaba 01010000 01100001 01101100 01100101 01110010 01101101 01101111, ahora los 01110010 01101111 01100011 01100001 veía en cada 01110010 01101001 01101110 01100011 01101111 01101110 lugar. Escuchó un corazón 01110000 01101111 01100011 01110101 01110000 01101111 01101101 latir en medio de 01000100 01101001 01101111 01110011 las vías del tren. Que cada vez se hacía más fuerte. Se arrodilló y puso la oreja en el balasto. Una chicharra fuerte.
NUL ^C
NUL ^C
NUL ^C
La cabeza explotó y salieron volando todos los recuerdos del Mar del Plata del circuito RD42G, la humanidad en el quemado GHH-23, la ira y todos los sentimientos en el ya inexistente MADS7. Su humildad y carácter en el SAGAN-000.
Cuando los trabajadores descubrieron al androide explorador desecho en las vías del tren recogieron el armazón destrozado. Nadie les aseguraba que dentro de sus cuerpos no tuvieran los mismos circuitos y pensaron “Houston, ¿y si el problema soy yo?”.
ETB ^W
Irene se convirtió en la primera fantasma del tren.
ETX ^C
EOT ^D
Rodrigo Mora. (Ciudad de México, 1996) Estudiante de Lengua y Literaturas Hispánicas en la Universidad Nacional Autónoma de México. Ha publicado cuentos en revistas como Rojo Siena, Palabrerías, La liebre de fuego y La Rabia del Axolotl. Es lector de cómics y novelas gráficas. Hoy su canción favorita es “1979” de The Smashing Pumpkins.