“Marion Reimers hará historia en la final de la Champions”, tituló el periódico ESTO a su entrevista con Marion Reimers previa a su cobertura de la final del máximo torneo europeo de clubes, hecho que la convertiría en la primera mujer hispanohablante en narrar esta instancia de la Champions League. Ahí comenzó el pseudoboicot, alentado por las masculinidades frágiles (¿masculinidad frágil es pleonasmo?), hacia Fox Sports, cadena televisiva que transmitiría el Tottenham vs. Liverpool desde Madrid en voz de la periodista mexicana de origen alemán. Lo que es necesitar la fuerte y seductora voz de sus semejantes para sentir cosquillitas en el estómago en cada jugada peligrosa.
Decenas de hombres comentaron el tweet que compartía la entrevista apelando a palabras como “feminazi”, “machorra” o “arrogante” (ser arrogante está bien para Cristiano Ronaldo, no para una güera que dice que sabe de futbol. Esa es la lógica, según entiendo). Otros más se escudaron en que las críticas no se basaban en su género, sino a la calidad de sus narraciones, lo cual es difícil de creer cuando, al menos en mi experiencia, nunca había visto que generaran una polémica de ese tamaño con ningún otro periodista deportivo. Algunos más pedían explicaciones sobre cómo era posible que una mujer que supuestamente “odia a los hombres” hablara sobre veintidós de ellos en una cancha, porque, claro, qué conveniente resulta confundir a los hombres con el patriarcado como sistema. Desde ahí ya estamos jodidos, con todo respeto. Muchísimos penes se cayeron y otros se redujeron, ardieron las llamas inquisidoras y despiadadas del feminismo, y todo por culpa de la voz de la Reimers desde el Wanda Metropolitano. O eso me contaron, yo no percibí el apocalíptico escenario, es más, ni el calorcito me llegó.
La respuesta por parte de las feministas del twitter fue excepcional y nos regaló joyas como esta propuesta de @Tania_Tagle: “¿Qué tal que todas las morras (aunque ni acostumbremos ver futboles) reventamos la audiencia de la transmisión de la Champions que va a narrar @LaReimers? Para que se les quite a los pendejos machitos que la quieren sabotear. ¿Jalan?”. Ya sé lo que me dirán muchos, pero no, no se está combatiendo el odio con más odio, se está dando una muestra de resistencia ante los intentos de callar a una mujer profesional en su trabajo, en toda la extensión de la palabra.
Hay que ir por partes y voy a empezar por contextualizar al personaje del que les hablo y que, a título personal, ha sido una inspiración tremenda para que la pluma de esta humilde columnista cada vez abrace y empatice más con la idea de feminismo.
Marion Reimers es una institución, primero en periodismo y luego en deportes. Eso a estas alturas ya ni siquiera debería estar a discusión. Tiene credenciales que la avalan: una maestría en Argentina, colaboraciones para diarios como el New York Times y coberturas a Juegos Olímpicos, Panamericanos y Mundiales, habla cuatro idiomas, cada semana nos informa las noticias más relevantes del deporte y nos narra la Bundesliga, la Liga MX Femenil y la Champions League. Ella misma ha comentado en numerosas entrevistas que su aspiración es la de fomentar un periodismo deportivo serio, que no sea el “hermano bobo” del periodismo en general, que sea crítico con los atletas a los que volvemos dioses y que no se guíe por los derechos de transmisión que cada televisora tiene para determinar su línea editorial. Su filosofía en cuanto al periodismo deportivo es no hablar solo de lo que pasa en la cancha, cruzar la barrera del 4-3-3, el 4-4-2, o cualquier formación que mande el director técnico, y tratar al mundo del deporte como un espejo de la sociedad en el que hay abusos, corrupción, racismo, violencia y un sinfín de problemáticas más.
El machismo detesta detenerse en esos temas, le tiemblan las patitas de imaginarse que un mundo tan bello, tan representativo de la fortaleza masculina, un agradable escape a los problemas de la cotidianidad, pudiera estar corrompido. Se nos ha acostumbrado en los medios deportivos a escuchar a lo que Marion Reimers describe como “hombres, blancos, heterosexuales, cisgénero, católicos y de derecha” hablar en una mesa, trajeados, sobre la continuidad de tal o cual director técnico o tratar de explicar la mala racha del Cruz Azul, dedicando espacios considerables a la bruja que intentó acabar con la maldición del club de La Noria y quitándoselos a los resúmenes de la jornada en la Liga MX Femenil. Es normal que estos vatos especulen así a la ligera cuáles serán los fichajes del América porque tal reportero escuchó por ahí que había negociaciones, pero a Marion Reimers se le reclama porque dijo que el gol del Necaxa había caído en el minuto 23 cuando en realidad cayó en el 24, ¡por dios! Se lee ridículo, pero pasa, y con preocupante frecuencia. Por eso la Reimers es incómoda: porque aparentemente no tiene derecho a ocupar tanto espacio, se debe hacer así chiquitita como nos enseñan a todas, cruzar la pierna, hablar bajito y “dejar hablar a los que saben”. Esto se trata de periodismo, mis amigos, los guiones hay que dejárselos al teatro.
Ya insertados en la labor periodística y activismo orientado a posturas feministas de la Reimers, toca hablar del partido y de lo que representó la narración de la periodista. Virginie Despentes dice en su libro Teoría King Kong: “Lo que me da rabia no es lo que los hombres hacen o son, sino lo que quieren impedirme que haga o lo que quieren obligarme a ser”. Este fue el caso. En cuanto se anunció que una de las elegidas para cubrir la final de la Champions sería Marion Reimers comenzaron los comentarios de odio de gente que no se iba a conformar simplemente con ver el partido en otro canal: el punto era expresar su desacuerdo con la decisión de Fox Sports y, si se podía, impedir que este brutal atentado contra el futbol ocurriera. Ojo aquí, mis amigos, es completamente válido escoger otra cadena para ver la final del torneo de la UEFA, lo patriarcal es querer desaparecer de la faz de la tierra la transmisión de Fox Sports porque Marion Reimers existe y ejerce su profesión. Hay quienes preferimos a Christian Martinoli y no al “Perro” Bermúdez y quienes preferimos a Marion Reimers y no a David Faitelson y ya está, todo chido y en paz. Hay estilos, algunos gustan y otros no. Lo que ya es necesario reconocer es que la labor de la Reimers la ha llevado hasta este tipo de coberturas con justicia.
Ahora, ¡qué mala suerte has tenido, querida Marion Reimers! Te ha tocado narrar una de las finales de Champions más aburridas de la historia reciente. No tuvo ni una pequeña pincelada de lo que ambos equipos mostraron en las semifinales. A los mortales que no entendemos, ni nos interesa entender, el ajedrez mental de Jürgen Klopp y Mauricio Pochettino, me parece que nos resultó una final infumable, trabadísima y sin mucha acción. Y se escuchó tu crítica, gracias. Qué fácil hubiera sido enfatizar los poquísimos momentos entretenidos del partido, digo, Fox Sports tiene los derechos, a fin de cuentas. El público siempre debería agradecer cuando ve periodismo y no relaciones públicas.
Marion Reimers, para tu lucha feminista cito a la afición del nuevo campeón de Europa:
“You’ll never walk alone!”.
“La cuestión es moverse” es un espacio para discutir lo más importante entre lo menos importante. En esta columna encontrarás una reflexión sobre la cultura popular y sobre lo que hacemos cuando no hacemos nada. Estos temas casi nunca son el final del camino de la vida, pero son una parte indispensable del trayecto y la cuestión es moverse.
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