
Medidas: 27cm x 22cm
Técnica: Lápices de colores
Autor: Omar Felipe Martínez
Entré a La Perla Celeste con ganas de quitarme de encima todo el maldito estrés de estar en la oficina. Me senté en una de las mesas del fondo, aflojé el nudo de mi corbata y le pedí a una de las meseras se acercara. Ordené ron con agua mineral. Había poca gente. Pronto mi trago estuvo en la mesa. Encendí un cigarro. Anunciaron a la siguiente bailarina. Al compás de “Lovecats” apareció en la pista. La sensualidad de sus movimientos aceleró mi respiración. Por un instante su felina mirada y la mía se sondearon. Bastaron los tres minutos cuarentaisiete segundos de la canción, para pensar la inspiración, razón e intención del sosiego que buscaba. Uno encuentra aquello que necesita en los lugares menos indicados. Terminé mi trago y salí de La Perla Celeste.
Fui la tarde siguiente a la misma hora. La inquietud al verla aumentó cuando con una sonrisa desapareció de la pista. Solo dos o tres personas sabían su nombre real, decía que era para mantener el misterio de su belleza; lo supe por la mesera que me atendió.
—¿Podrías hablarme más de tu compañera? —nervioso y secándome el sudor de la frente pregunté a la mesera el tercer día que regresé—. ¿Cuándo y cómo llegó aquí? No sé, lo que sea. Quiero conocerla.
—Es mejor que no te le acerques, papi —respondió sentándose a mi lado y acariciándome el cabello—. Dicen que de donde viene aún hay quienes comen carne humana. La noche marcaba la hora del Diablo cuando empujó las puertas. Los cinco o seis clientes que estaban se quedaron en silencio sin quitarle la mirada. Nuestro jefe la recibió. Tiene seis meses aquí.
Le invité un par de tragos y luego volví a casa. Después de saber eso cada día estaba en la misma mesa y a la misma hora, hasta que la séptima noche recibí una nota de parte suya.
Tocaron a la puerta a las tres de la mañana. Con pereza me levanté. Encendí la luz y me asomé por la ventana. Temblando y con pequeños apretones en las entrañas, bajé a abrir la puerta.
—Hola, ¿recibiste mi nota? —preguntó con voz suave y mirándome directo a los ojos—. ¿Puedo entrar?
—Sí —respondí susurrando y afirmé con la cabeza.
Se sentó y cruzó suave sus piernas. Le ofrecí una copa de vino. Aceptó. Descorché la botella y le serví. Tomé asiento.
—Me alegra estar aquí contigo —dijo mientras humedecía sus labios con el vino—. No será rápido, pero te aseguro que dolerá menos que despertar a diario.
Se me erizó el cuerpo y suspiré asustado.
—¿Qué pasa si me retracto? —frunció el ceño al oír mi pregunta y apretó su copa.
—¡Es imposible! ¿Por qué habrías de hacerlo? —sonrió y sacó una navaja de su bolsa.
Mi playera blanca se mojó de rojo. El sonido de mi copa al romperse acalló mis pensamientos. En unos cuantos minutos todo acabaría, todo.

Medidas: 19 cm x 24 cm
Técnica: Lápices de colores
Autor: Omar Felipe Martínez
—Toda inspiración es la razón de una intención oculta —musitaba apuñalándome una y otra vez—. Atraes lo que en silencio deseas. Nadie hablará de ti, desaparecerás por completo y yo saciaré mi hambre con tu carne.
Se me nubló la vista y no supe nada más.
Abrí los ojos. Hacía calor. Alrededor de mí había una multitud de personas. La sirena de una ambulancia se oía a lo lejos. Una mujer de piel blanca me tomó del brazo y me ayudó a levantarme. Estaba lleno de sangre. Me trasladaron al hospital.
Tenía un mes sin dormir, cuando me desmayé en medio de la avenida antes de llegar a casa. Un carro alcanzó a arrollarme. Me dolía todo el cuerpo. En la oficina me habían dicho que fuera al médico porque no era normal el deterioro que se me notaba. Dicen que salí apresurado, sudando y con los ojos desorbitados pronunciando su nombre.
Era cierto: toda inspiración sin razón carece de intención. Y así uno se devora despacio, se vuelve alimento del olvido.
Dormí unas horas antes de que me dieran de alta. Quería llegar a casa y replantear mi camino. En la puerta del hospital se acercó a mí una mujer de profundos ojos café y me dio un sobre.
Desperté a las tres de la mañana. Otra vez estábamos frente a frente. En La Perla Celeste se oía “Aaron Smith-Dancin”, de entre una cortina de humo y luces neón rosas, rojas y azules apareció en la pista una mujer de piel blanca, profundos ojos café y movimiento felino. Dicen que la belleza enloquece la inspiración de la razón carente de intención.
Texto: Dante Vázquez M. (México, 1980). Finalista del IX Certamen Internacional de Poesía Fantástica miNatura 2017; finalista del III Premio Internacional de Poesía Jovellanos, El mejor Poema del Mundo, Ediciones Nobel, 2016; primer lugar en el Concurso Cuentos de Mucho Miedo, Mucho Miedo Mx: Todo sobre Horror, 2015; ganó el VI Certamen Internacional de Poesía Fantástica miNatura 2014. Es autor de Apocalipsis hoy, (H)onda Nómada Ediciones, Colección Pase de Abordar, 2013. Cuentos y poemas suyos han sido publicados en distintas antologías y revistas digitales e impresas.
Ilustración: Omar Felipe Martínez. Estudió la carrera de diseño y comunicación visual, apuntando a la creación de ilustraciones, dibujando, traduciendo y creando mundos y personajes. Apasionado por ilustrar, experimentando y logrando acabados diferentes en cada ilustración.
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