Aún recuerdo el día en el que fui a la panadería,
como cada domingo iba a comprar mi cena.
Me sorprendí al ver la limpieza del lugar,
me abrumaba el escándalo que hacía el silencio,
y admiraba los vitrales limpios.
—¿Y las abejas? ¿Salubridad ya les llamó la atención? —digo al encargado.
—No, mejor que eso, como ya casi no hay, ya no vienen a joder.
¿No hay abejas? ¿Aquí, en donde no puedo ni ver qué pan escoger porque hay un enjambre completo revoloteando dentro de la vitrina? ¿Aquí, en donde no puedo ni escuchar a mis pensamientos tratando de decidir si quieren una mantecada o un cuernito por lo ruidoso de los zumbidos?
Esa noche compré cinco bolillos y una concha,
estaban calientes, su aroma llegaba hasta mi nariz, es agradable,
están esponjosos y su corteza crujiente.
Pero ya no sabían igual; perdieron su dulzor.
No estaban ellas para darles sabor.
Las abejas han muerto,
hace ya un tiempo de eso,
los pequeños y grandes mamíferos han muerto,
era solo cuestión de tiempo,
hoy, yo estoy muerto.
Nuestro mundo ya no tiene sabor.
Elitzajaira Gurigutia García (Mérida, Yucatán, 2001). A los 11 años leí mi primer libro; desde entonces no he parado: la literatura es una de mis grandes pasiones, me llena el pecho de anhelo. Soy estudiante y he practicado varias disciplinas, unas muy dispares de las otras. Supongo que lo que me gusta es probar diferentes experiencias, después de todo, eso es lo que forma a un buen escritor. Estaré muy agradecida de ser leída
Un comentario Agrega el tuyo