El domingo 7 de julio se anunció a través de las redes sociales del Consejo Mundial de Lucha Libre el deceso de quien fuera presidente de la empresa desde la década de los ochenta, Francisco Alonso Lutteroth, nieto de Salvador Lutteroth, quien trajo la lucha libre a México. Esta pérdida significó el fin de una época para la empresa de la Arena México y el comienzo de otra, esta vez presidida por una mujer, Sofía Alonso, hija del mencionado empresario.
Me dolió la muerte de Paco Alonso porque, gracias a su amor incondicional por la lucha libre, tuve una infancia feliz frente a la televisión cada semana, religiosamente. Gracias a él surgió el fenómeno mediático llamado Místico, el acaparador de carteleras y agotador de las taquillas de la México, considerado el ídolo de la “época de plata” del pancracio nacional. Paco Alonso murió la misma semana que el Perro Aguayo y el mundo se nos vino encima a todos los aficionados de corazón al deporte-espectáculo. Por ahí dicen que los famosos se mueren de a tres, pero estos dos, leyendas con todas sus letras, valen como por cinco, ¿no? Francisco Alonso Lutteroth se merece un gran homenaje y una digna despedida, pero esta vez no estoy aquí para contar la etapa gloriosa que construyó al frente de la empresa de lucha libre más antigua del mundo, sino para anticipar la etapa innovadora que Sofía Alonso probablemente emprenderá y dar cuenta de lo que, hasta ahora, ha logrado Marisela Peña al frente de la otra empresa grande de lucha libre en México, AAA.
Lo primero que pensé al escuchar el rumor de que Sofía Alonso asumiría el máximo cargo en el CMLL fue que a partir de ahora las dos principales empresas de lucha libre de este país estarían encabezadas por mujeres. Lo sé, me ganó el sentimiento empoderante y optimista ante una escena francamente hermosa.
A simple vista, la lucha libre podría parecer un deporte machista, sin embargo, a lo largo de una vida como aficionada he podido atestiguar que en el pancracio existe una mayor equidad de género que en otros deportes. Y esto se remonta hasta sus orígenes, pues la primera exhibición de lucha libre femenil en México se llevó a cabo en 1935, solo dos años después de la primera función de lucha libre protagonizada por varones. A pesar de que la rama femenil del deporte-espectáculo haya enfrentado numerosos obstáculos, entre ellos el veto que padeció en la Ciudad de México durante tres décadas (del cual tal vez hable largo y tendido en otra columna), se vive en la actualidad un ambiente favorecedor para las mujeres del medio, no solo sobre el ring, sino también detrás de cámaras.
Por ello me sorprendió gratamente la aceptación que los aficionados de la Arena México le han brindado a Sofía Alonso. Entre los comentarios que he podido ver en los videos de Youtube en los que se presenta formalmente como nueva presidenta del CMLL, aparecen los de gente que asegura que la empresa ha quedado en buenas manos, se hace énfasis en su preparación para el cargo, se le mandan bendiciones y se le hacen peticiones, la principal de ellas es que haga cambios en el área de programación (me uno, por favor, en ti confiamos para ver rivalidades nuevas). Desde luego no falta algún comentario con un dejo de machismo por ahí, pero en los tres videos por los que navegué en la sección de comentarios no encontré ni tres comentarios de ese tipo, y me refiero a que son comentarios que resaltan la belleza física de la nueva presidenta, ninguno más subido de tono. Punto aparte: ¿han visto los comentarios de videos sobre futbol femenil? Están llenos de tanto machismo que son todo un fenómeno social, ¿será que todos deberíamos ser un poco más como los aficionados a la lucha libre, por favor? Les juro que sí se puede.
En fin, recapitulemos lo que ha hecho Marisela Peña como cabeza de la AAA. Desde 2006, tras la muerte de su hermano y fundador de la empresa, Antonio Peña, Marisela asumió las riendas de “la tres veces estelar”. Nombrada por la revista Forbes como una de las cien mujeres más poderosas de México este año, Peña cada vez ha tomado un papel más protagónico en su empresa, sobre todo a partir del deceso de su marido Joaquín Roldán, quien fungía como Director General y frecuentemente aparecía frente a las cámaras, incluso como partícipe de rivalidades con luchadores, más o menos al estilo del wrestling norteamericano y la famosa WWE con la familia McMahon. La AAA se ha caracterizado desde el 2006 por repartir responsabilidades entre la familia Roldán Peña y ahora Marisela comparte responsabilidades con su hijo Dorian Roldán.
A lo que le ha tirado últimamente “la tres veces estelar” es a la internacionalización, que Marisela Peña ha visto con buenos ojos al apoyar proyectos como el de Lucha Underground, un programa de televisión transmitido en Estados Unidos protagonizado por estrellas de la empresa. Yo veo a la AAA como aficionada y me transmite la idea de que se trata de una empresa con mucha mayor solvencia económica que la que tenía hace diez años, por ejemplo. Esto ha sido producto de una inversión estratégica, sin dudas, pues según la revista Forbes, AAA invierte alrededor de 25 millones de pesos anuales para generar contenido propio, el cual se transmite a través de TV Azteca en televisión abierta y SPACE en televisión de paga, así como en transmisiones vía web por la plataforma Twitch. Amigo lector que creía que la lucha libre no era un negocio millonario: te equivocas.
La AAA siempre se ha caracterizado porque no le da miedo innovar: no es una empresa que priorice la tradición de la lucha libre clásica, es más, es una de las cosas a las que le huyó Antonio Peña cuando decidió fundar su propia empresa al salirse del CMLL en 1992. Por lo que la gestión de Marisela Peña probablemente le hubiera parecido acertada al fundador. Tanto Marisela Peña como Dorian Roldán han catapultado a la empresa a planos internacionales, han conseguido aliarse con importantes marcas patrocinadoras y han seguido creando nuevas modalidades para mantener a su público interesado y llamar la atención de nuevos aficionados, un ejemplo de ello es la creación de la Lucha Libre World Cup, un torneo que han organizado con empresas de otros países como Estados Unidos y Japón.
Sin embargo, ha habido tropiezos: son varios los luchadores que han abandonado la empresa al denunciar malos tratos por parte de la gente al mando, los cuales incluían viajes largos por vía terrestre sin posibilidad de descansar antes de la función, salarios que no correspondían al trabajo realizado, pocas fechas asignadas y lo que quizá sea lo más polémico: el registro de los derechos de los nombres, lo cual impide que los luchadores que abandonen la AAA puedan conservar el mismo personaje al presentarse en funciones de otras empresas (cosa que también hacía Antonio Peña, ¿para qué ocultar sus prácticas?). Son declaraciones que he leído y visto en los últimos años de parte de estrellas como Cibernético, Octagón o Konnan, ignoro la veracidad de esto y si la situación ha mejorado recientemente. Lo único que a mí como aficionada me ha quedado a deber Marisela Peña es el desarrollo de personajes nuevos, algo en lo que Antonio Peña era un experto: últimamente se han reciclado personajes y ya abundan nombres como La Parka Negra, Pentagón Jr., Myzteziz Jr. y demás juniors que ni siquiera son familiares de los portadores originales de los nombres, etc.
La otra cara de la moneda es el CMLL, una empresa que se ha construido a partir de la tradición y el impulso de la lucha libre mexicana como atracción turística. Sofía Alonso enfrenta un reto diferente al que ha tenido Marisela Peña, pues tiene que darle gusto a un público que aprecia la lucha libre más clásica, no acepta los cambios con tanta facilidad y sin embargo pide a gritos una programación más variada en “la seria y estable”, como se le conoce al CMLL. Si bien el señor Francisco Alonso gozó, en general, de la aprobación de sus luchadores (yo nunca he visto a alguno quejarse de malos tratos) y no se apropiaba de forma abusiva de los nombres de sus personajes (solo obligó al Místico original a cambiarse el nombre), se le consideró un presidente muy conservador. A diferencia de los Roldán Peña, Paco Alonso muy rara vez aparecía frente a las cámaras. Por lo que he leído, era un señor perfeccionista al grado de que no hacía alianzas con otras empresas o promotores por el temor de que bajara la calidad de su producto. Si bien el señor Alonso le devolvió al CMLL las transmisiones por televisión abierta, también se las quitó por la falta de variedad en sus carteleras. A pesar de esto, el talento y profesionalismo de sus luchadores ha sido una constante: bien dicen que no cualquiera pisa la México.
Si hubo algo que le devolvió el brillo al CMLL en los últimos años fue la incursión de Sofía Alonso como Directora Comercial de la empresa a partir del 2016. Paco Alonso le dio el voto de confianza a su hija y la dejó trabajar, lo cual derivó en una mayor apertura de la empresa, con la incorporación de luchadores independientes a las carteleras y el consecuente regreso de la televisión abierta al coloso de la colonia Doctores. Ahora, las transmisiones del CMLL pueden verse a través de Televisa, TV Mexiquense, MVS TV y Claro Sports. También logró darle más difusión a uno de los proyectos más acertados de su padre: Fantasticamanía, la gira de luchadores del CMLL en Japón, con la colaboración de NJPW, una de las empresas más importantes del país asiático, y reforzó los lazos con ROH, empresa estadounidense que ha incluido en su cartel a varias estrellas de la Arena México.
Tras asumir la presidencia del CMLL, Sofía Alonso anunció que no pretende hacer cambios drásticos en la empresa, ya que considera que su padre dejó unas buenas bases sobre las cuales seguir edificando a la empresa de lucha libre más antigua del mundo. En sus palabras puedo destacar cuatro puntos fundamentales: conservar todo lo bueno, consolidar a la empresa, no hacer cambios radicales y poco a poco resolver las áreas de oportunidad que identifique en el CMLL, al pertenecer a una generación diferente a la de su padre. Sin duda alguna me parece una forma de proceder muy razonable y ya ha demostrado que puede hacer crecer el negocio. Si hay algo que Marisela Peña y Sofía Alonso tienen y de lo que Antonio Peña y Francisco Alonso carecían es visión para los negocios.
La historia de ambas empresas nos dice que Francisco Alonso nunca pudo perdonar la “traición” de Antonio Peña, quien trabajaba en el área de programación del CMLL y salió llevándose a una buena cantidad de luchadores estelares de la Arena México para fundar su propia empresa. Los dos empresarios ya no podían verse ni en pintura. La única vez que compartieron espacio después de la creación de AAA fue en el evento denominado Padrísimo, organizado por Televisa en el 2001. Dice el rumor que Televisa obligó a Paco Alonso a participar bajo la amenaza de quitarle los derechos de transmisión del CMLL. Ni la muerte de Antonio Peña logró que Alonso viera con buenos ojos una colaboración con AAA o con cualquiera de los luchadores que participaran activamente en dicha empresa. Tengo una inquietud gigante ahora que Antonio Peña y Paco Alonso dejaron el plano terrenal: ¿estarán Marisela Peña y Sofía Alonso más abiertas a dialogar?
Cierro esta columna con la idea de que, a pesar de que Sofía Alonso y Marisela Peña representan a dos polos opuestos en la lucha libre, si hay algo que las une es que han encabezado a las dos principales empresas del país a través de un profundo y sincero amor por la lucha libre. En las palabras de cada una se puede notar que el pancracio las ha acompañado desde sus primeros pasos y que asumen con orgullo la responsabilidad de mantener y hacer crecer las empresas familiares.
“La cuestión es moverse” es un espacio para discutir lo más importante entre lo menos importante. En esta columna encontrarás una reflexión sobre la cultura popular y sobre lo que hacemos cuando no hacemos nada. Estos temas casi nunca son el final del camino de la vida, pero son una parte indispensable del trayecto y la cuestión es moverse.
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