Fughetta #14: “Gracias”, por Miguel Ángel Almaguer

Yo creo, pero solo Almaguer podría opinar algo medianamente cuerdo (o más posiblemente, algo medianamente cierto), que con su tributo personalísimo a Silvia Molina nos invitó a significar la relación hijo-madre como un círculo.

Inicia quizá con el acorde del nacimiento y crece como una ola de cuerdas que se alimenta de ella, que camina, hace vida, y no importa lo lejos que caiga a la otra orilla, siempre retorna con toda la fuerza de su empuje inicial hacia el acorde del que nacerá otra vez la ola de cuerdas… Es un apretón de manos entre dos mares de experiencias humanas ordenadas bajo la forma de dos personas, con sus sueños y vigilias, que intuyen quizá sus movimientos del alma y renuevan infinitamente el momento fundante del pacto por el beso o las sonrisas que se muestran al mirar sus rostros o el recuerdo de alguno al mirar el cielo. El nacimiento es una explosión que se precipita al futuro ciegamente, pero nada evitará que siempre sea esa madre que sumó al mundo un hijo.

La forma circular de la obra encierra (o libera) el inmenso sentir de la gratitud, que las cuerdas nos transmiten con afortunada nitidez. Es sabido que el círculo es un símbolo de lo infinito; Almaguer parece insinuarnos en esta obra que la filiación no sólo es un accidente vital, sino una condición de la existencia y una perspectiva universal de la conciencia.

Me emociona ofrecer estas notas sobre Gracias (a mi madre), de Miguel Almaguer, porque es un raro privilegio intentar la reseña de la obra de un músico vivo y, sobre todo de uno de los pocos mexicanos activos en la composición, hoy. También me place conocer a las personas de las que nació esta música, básicamente Miguel, su madre, y la parte de la población de Monterrey que, girando con ellos alrededor del Cerro de la Silla, formaron sus días, formaron sus personas, compusieron esta obra. Al compositor y a las personas anónimas o no que incidieron en la composición de esta obra, ¡gracias!

Conversación con Miguel Almaguer sobre “Gracias”, su obra y el COVID-19

Silvano Cantú (SC): Miguel, gracias por acceder a compartir este chat con los insospechados y acaso existentes lectores de esta Fughetta. A propósito de tu obra “Gracias”, ¿por qué el círculo para referirte a la gratitud filial?

Miguel Almaguer (MA): De entrada, podría decirte que fue algo que se dio naturalmente en el proceso de composición, no lo busqué por adelantado. Al principio buscaba simplemente olas, el movimiento de mecer, el proceso de cada madre con cada hijo, y al ir desarrollando la obra esos movimientos crecieron para completar el movimiento a un circulo, y sola la obra encontró su sentido y equilibrio. El equilibrio de una fuerza que va y viene es simplemente una forma natural de movimiento energético, y en este caso la obra develó para mí la proporción indicada de esto, y le dio sentido al agradecimiento partiendo de lo que era solamente pensar en una representación inicial de la relación madre-hijo.

SC: Para sumarme a la manía de algunos entrevistadores por lograr falsos efectos de frescura, va una pregunta entre lúdica y proyectiva: platícame cuáles son tus cinco objetos redondos favoritos.

MA: Bueno seré un poco relajado con el concepto de redondo para los objetos, empezare por unos esféricos, los planetas, y unos algo redondos como los observamos en el microscopio: las células. La rueda en sí (Neumáticos, Ruedas de Carreta, etc.): la apertura al viaje, a la aventura, a recorrer un camino que se nos dio. La pizza, y el disco de audio.

SC: Cuentas con diversos lenguajes para significar la realidad: has incursionado en la literatura, en el cine y en la música. ¿Por qué dar gracias por medio de la música y no de otro lenguaje?

MA: Hay veces que encontramos una salida más natural a ciertos discursos en una representación y no en la otra, incluso si significan lo mismo un “Te amo” puede ser una frase, un presente, una caricia. De igual manera en las manifestaciones artísticas hay algunas veces que nace que algo surja por un medio y no por el otro, sin más explicación que el que así debía serlo. En mi caso el de mayor regularidad es la música.

SC: ¿Qué lugar ocupa “Gracias” en tu obra?

MA: “Gracias” es muy particular porque jamás pensé en su vida más allá de la intención primigenia que tenía. Fue hecha como un regalo por el 50 aniversario de mi madre, nunca pensé que sería una obra de concierto, ni que debiera cumplir por lo tanto con ninguna clase de estándar. Me da gusto ahora ver su acogida fuera de ese momento, por audiencias distintas, pero para mí por siempre será simplemente la representación de una gran celebración, de un gran momento en familia, y como otros oídos quieran hacerla suya es simplemente una ganancia inesperada.

SC: Sabes que me dedico al derecho – ya que nadie es perfecto -, y a veces me pregunto si cabe en esto que agota mis días una suerte de opus del jurista. Sus objetos son transitorios, sujetos a una obsolescencia a veces hasta programada… ¿tú has conceptualizado para ti la idea de un “Opus Almaguerium“; los músicos contemporáneos piensan en términos de catálogo de obras – tienen la presión, como antes, de componer “su ópera, su sinfonía”, etc. – o te parece que la idea de “Obra” en el sentido viejo se ha desgastado también en la música?

MA: Cada humano y por consiguiente cada artista tiene bagajes muy distintos y por lo tanto las motivaciones son igual de dispares. Uno de mis principales amigos creadores, (él se dedica a la literatura) seguido aborda conmigo la discusión de la teoría de la “Ansiedad de la influencia” donde se ve cómo para muchos artistas el legado de los creadores de generaciones anteriores pone una marca que debe ser superada y de ahí las condicionantes a su propia creación. En muchos casos podemos ver esa influencia ejerciéndose, sin embargo, yo jamás me he sentido en lo más mínimo identificado con ello. No me importa qué se hizo antes, ni qué estatus tiene mi obra en un canon universal, honestamente no siento que sea parte de mi trabajo esa preocupación, es algo que estoy dispuesto a dejarle a otros, yo creo por una necesidad personal, y lo demás me es irrelevante.

Me imagino a otros autores también en esa situación; claramente no veo a un Beethoven preocupado por nadie más, claro él se sabía de antemano superior a todo, que tampoco es mi caso, tal vez un Satie podría ser más parecido en ese sentido que sabía que su creación era suya, y no había más. No creo que sea que el sentido se haya desgastado, simplemente creo que jamás ha sido tan generalizable, es más en la mayor parte de la historia de la humanidad era intrascendente, antes de los catálogos clásicos, a miles de artistas les importaba poco poner su nombre, incluso un Bach no sería recordado hoy como lo es si no fuera por el trabajo de catálogo de otros y no el propio. Creo que la creación es algo demasiado libre como para que un verdadero artista este preocupado de antemano por ello. Algunos serán más ordenados que otros favoreciendo al armado del OPUS, pero creo que la verdadera preocupación les concierne a los menos.

SC: Bueno, pero Beethoven compuso Fidelio casi a regañadientes y Brahms se sintió abrumadísimo por la obra sinfónica de Beethoven, ¿no te parece que hay también una liga de complicidad o hasta de condicionamiento que viene de la tradición, en música y cualquier otro quehacer humano? Si te parece que sí, ¿cuáles tradiciones de la música ameritarían para ti, por seguir con tu obra “Gracias”, algún sentimiento de deuda o gratitud o autoridad? ¿Y cuál o cuáles tradiciones te parece indeseable continuar?

MA: Tus ejemplos son muy interesantes, el problema de Beethoven con Leonora (Fidelio) en realidad era una extrapolación de su fracaso percibido, donde ya estando en esa mentalidad se daba el tiempo de empezar a hacer comparaciones, pero derivado definitivamente de estar ya inmerso primeramente en un estado bajo de ánimo en su trabajo personal. No vemos ese fenómeno en otros estados, y en otras de sus obras. El caso de Brahms es aún más ilustrativo ya que la carga le es impuesta por fuentes externas, y es esta carga la que le hace cuestionarse a sí mismo y casi abandonar la música. Es hasta que logra soltarla, ya sea por haber creído superarla, o por decidir hacer su propio camino, lo importante es que Brahms se convierte en un hito al decidir hacer su propio camino. 

Sobre tu término complicidad, sería en dado caso la palabra más adecuada a mi forma de ver la influencia externa, más que el miedo, la competencia o la comparación, yo terminaría tomando de otros como influencia lo que me gusta, lo que me produce placer de su creación, haciéndolos así cómplices de mi trabajo.

Con “Gracias” no hay una influencia alguna premeditada, como te he mencionado es una obra que nace más de la inmediatez, y poco de la construcción.

Sobre las tradiciones, creo que son de lo más nocivo que puede existir para la música. Prácticas culpables en gran medida del declive del interés del público por la misma. Yo las evitaría absolutamente todas. Aunque hay practicas del pasado que me gustaría traer de vuelta, como la improvisación, o la actualidad de la música, precisamente la ausencia de la veneración de la tradición.

SC: ¿En qué proyectos estás trabajando actualmente?

MA: ¡Muchos! Como bien lo apuntabas anteriormente tengo varias facetas, estoy con una novela, unos guiones, dirigiendo orquestas, un video-blog, componiendo para películas y formando una banda de música. La composición personal en este momento está detenida, creo que por un rato necesitaba nutrirme de otras cosas.

SC: Cuéntanos por favor sobre tu proyecto de “orquesta libre” que toma forma a través de JAM.

MA: JAM, es un proyecto naciente, pero en el que tengo muchísima fe. Hace varios años Michael Nyman me había dicho que para qué seguía batallando con querer dirigir orquestas, que debería mejor tener mi propio ensamble como era su caso para hacer lo que realmente me latiera. Me tomó casi 5 años decidirme a escucharlo, aunque muchas veces me hizo eco. Actualmente me siento bastante saturado del ambiente orquestal, al menos del mexicano. En donde hay barreras que nadie se atreve a sobrepasar con lo que es la música que se hace y como se hace. Sin embargo, siento que es vital para relacionarse con el público que estos límites sean desafiados así que llegó el momento de hacerlo desde mi propia trinchera. Afortunadamente me he encontrado en el camino con varios músicos que comparten al menos en parte este sentido de aventura musical y nos hemos reunido a aportar nuestra parte. JAM es una orquesta de cámara que funciona como una banda de Rock, o una Banda de Rock que tiene dotación orquestal. No creemos ni en los géneros, ni en los períodos como limitantes para la expresión musical, y por lo tanto estamos haciendo lo que se nos pega en gana por el puro gusto de hacerlo; creo que será muy refrescante.

SC: ¿Algo que quieras comentar sobre el décimo aniversario de “Gracias”, en medio de esta pandemia de COVID-19?

MA: Justo este año, para el 60 aniversario de mi madre, compuse una segunda pieza, una compañera de “Gracias”. Por la contingencia pasé con mi madre su cumpleaños, pero no se ha podido tocar la nueva obra. Así que mi madre escuchó todo el día su regalo de hace diez años. Espero poder compartirla próximamente.

 


Silvano Cantú. Defensor de derechos humanos y melómano de tiempo completo. Twitter: @silvanocantu

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