En un periodo de confinamiento de casi medio año encuentro normal desarrollar nuevos gustos. En mi caso me ha sido muy fácil engancharme con varias series españolas después del agotamiento que suponen las constantes juntas de trabajo por Zoom y una vida monótona a la que hace falta meterle drama y acción a como dé lugar. Al seguir el paso lógico tras acabar la más reciente temporada de La casa de papel en dos días, seguí con otras dos que incluso comparten algunos actores: Vis a vis y Las chicas del cable. Una constante en estas tres series ha sido el intento por incluir en sus tramas posturas y discursos feministas en voz de algunos personajes. Hasta hoy, me es imposible denominar a alguna de estas tres series “feminista”, ya que, en mayor o menor medida, todas distan de serlo. Por supuesto que cabe recalcar que, a fin de cuentas, son productos de entretenimiento creados para un público tras hacer estudios de mercado. Y el feminismo está empezando a vender.
A continuación, voy a hablar sobre la manera en la que estas tres series abordan el feminismo y trataré de hacerlo sin soltar un solo spoiler, lo que sí tendré que hacer es describir brevemente alguna que otra escena que no repercuta demasiado en las tramas, solo para ejemplificar.
Empezaré con la serie menos feminista de todas, que como podrán adivinar con facilidad se trata de La casa de papel. Alba Flores, quien interpreta a Nairobi, indudablemente el personaje que más ideales feministas expresa en la serie, ha dicho en entrevistas que es consciente de que, a pesar de que su personaje tenga esta manera de pensar, la serie “no es feminista ni por asomo”. Si bien hay personajes femeninos que tienen gran fuerza en la trama, la serie hace apenas el mínimo esfuerzo por revolucionar las relaciones que ellas tienen con los hombres, restringiéndolas casi por completo a vínculos amorosos o de subordinación. Contrario a lo que pudiera pensarse con la afirmación anterior, la serie supera el Test de Bechdel (que consisten en analizar tres puntos: que la trama posea más de dos personajes femeninos, que estos personajes interactúen y que sus interacciones sean sobre algo distinto a un hombre), según un video bien analizado de Las Igualadas en Youtube (https://www.youtube.com/watch?v=MhP99LgV7V8), lo cual ya de por sí es un logro para el entretenimiento de la actualidad.
Como ya he mencionado, Nairobi es el punto clave en el desarrollo de cualquier postura feminista que esta serie pudiera representar. Desde expresiones como “¡Empieza el matriarcado!” o “Hasta el coño del patriarcado”, que, dicho sea de paso, no tuvieron mayores repercusiones en el desarrollo de la trama, Nairobi ha llegado a convertirse en un ícono que incluso aparece en carteles y pintas en marchas feministas alrededor del mundo. Discursos como aquel en el que Nairobi compara el miedo de sus compañeros con el que diariamente experimentan las mujeres al caminar solas por la calle resultan completamente relevantes y necesarios en un contexto de movilizaciones por los derechos de las mujeres en Iberoamérica, área que, como es bien sabido, posee altísimas tasas de feminicidios.
La casa de papel no solo alberga esta serie de discursos por parte de Nairobi, sino que presenta personajes con conductas tremendamente machistas que son claramente señaladas y mostradas como indeseables y retrógradas, por ejemplo en el caso de Berlín o Palermo. La limitante, como también lo ha llegado a expresar Alba Flores en entrevistas (aviso que Alba Flores es para mí un modelo a seguir por la labor de activismo feminista que hace en su vida cotidiana), es que hay mucho discurso machista en personajes que no fueron ideados para ser machistas y que incluso están escritos para que el espectador empatice con ellos, como es el caso de Denver, Río o el mismo Profesor, quienes llegan a caer en actitudes paternalistas hacia sus parejas.
Continúo con Vis a vis, una serie que en pocos capítulos logró convertirse en una de mis favoritas gracias a la solidez de su trama y a la fuerza de sus personajes, protagonizada por Maggie Civantos y Najwa Nimri. Al ser una serie ambientada en una cárcel de mujeres, resulta muy fácil mostrar perfiles diversos de mujeres que, además, muestran facetas distintas a la debilidad característica de las tramas en series tradicionales. No me cabe la menor duda de que Vis a vis podría pasar sin mayor problema el Test de Bechdel, pues las relaciones que establecen las protagonistas entre ellas son de lo más complejas y, de hecho, muy pocas de sus interacciones tienen que ver con personajes masculinos, no únicamente en un ámbito sentimental, sino tampoco en ningún otro. Se trata de una serie que no recurre a ningún tipo de censura cuando se trata de mostrar sucesos como violaciones o abusos de autoridad, con tal de llamar la atención hacia la gravedad de estos delitos y la frecuencia con la que ocurren. Lo más enriquecedor de esta serie es que las mujeres que sufren de esos abusos con frecuencia hacen justicia por mano propia y estos actos no son juzgados, sino que resulta sencillo empatizar con ellos. El caso de Saray (otro personaje interpretado por Alba Flores) es el más icónico, pues en cierta escena de la tercera temporada decide hacer justicia con el respaldo de otra mujer en una posición de autoridad, situación que me parece revolucionaria para la televisión de habla hispana.
Otra de las banderas que enarbola Vis a vis con respecto a los movimientos feministas y sus exigencias es el derecho a decidir, no únicamente con respecto a la maternidad, sino también relacionado al acceso a una vida y muerte dignas, situación que desata algunos de los principales conflictos de la trama. Si bien se hace un intento importante por mostrar estas situaciones de la mejor manera posible, aún me parece que el aborto es tratado un poco a manera de tabú. Esto únicamente bajo mi percepción, ya que muy probablemente pueda dar lugar a un debate más amplio; sin embargo, es una de las cuestiones por las que no me atrevería a otorgarle a esta serie el calificativo de “feminista”. Una de las principales riquezas del discurso feminista presentado por Vis a vis es que este es interseccional, porque aborda las particularidades de la desigualdad que viven las mujeres de diversos orígenes y pone especial énfasis en mostrar la diversidad que existe en la población española. La manera en que Vis a vis retrata a sus personajes femeninos y su búsqueda por una libertad aun más profunda que la que implica salir de la cárcel, que tiene que ver con ambiciones, justicia y una demostración amplia de las fallas del sistema punitivo, resulta una de las más innovadoras en las propuestas televisivas de la actualidad.
Por último, quisiera hablar sobre Las chicas del cable, una serie que desde su planteamiento buscó ser considerada una serie feminista, lo cual se puede ver a través de las campañas de publicidad que Netflix realizó para promoverla. Protagonizada por Blanca Suárez, Nadia de Santiago, Maggie Civantos (protagonista también de Vis a vis), Ana Fernández y Ana Polvorosa, la primera serie española original de Netflix se ambienta en los años veinte y sigue la búsqueda de libertad de las mujeres que trabajan como operadoras en una compañía telefónica. Es una serie que transporta a una época en la que la búsqueda de la emancipación de las mujeres atravesaba un punto crucial; por ello, los guiños que se hacen a los movimientos feministas españoles de ese momento le dan una riqueza histórica especial. Las referencias a las sinsombrero, un grupo de mujeres artistas cuya forma de protesta era quitarse el sombrero en público, se agradecen en sobremanera, puesto que demuestran un compromiso por hacer justicia a quienes en ese momento representaron un cambio en la sociedad española. Y no solamente se retrata la realidad social de la época, también se abordan problemáticas que siguen presentes en la actualidad. El ejemplo que me resultó más llamativo se dio en aquella escena en la que las violetas arrojan un bote de pintura a un juez que decidió archivar un caso y no condenar al responsable de un crimen contra una mujer. ¿No es un insólito paralelismo con cierto suceso que ocurrió en México apenas el año pasado? Pregúntenle a Jesús Orta, a lo mejor él se acuerda.
A pesar de que se explotan las relaciones sentimentales, tanto heterosexuales como homosexuales, la serie hace un esfuerzo por conferirle una mayor importancia a la amistad entre las protagonistas. Ese sencillo cambio con respecto a la narrativa tradicional de las series resulta muy novedoso, sobre todo en Iberoamérica, donde las historias de amor romántico han sido tan apreciadas por el público durante generaciones y muy pocas veces han sido cuestionadas.
Como conclusión solo me resta decir que, si bien cada una de estas series presenta discursos feministas orientados de manera muy diferente y en voz de personajes de lo más diversos, es responsabilidad de los espectadores darle un sentido crítico a estas posturas. La revolución feminista no puede partir nunca del capitalismo. No se trata de buscar referentes del feminismo en una serie de televisión producida por una multinacional, sino presionar para que esos discursos sean cada vez más claros y tengan mayor incidencia en las tramas, pues el alcance de estos medios de entretenimiento es cada vez mayor.

Fernanda Piña Vázquez (Manzanillo, Colima, 1996) estudió Letras Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Ha escrito y hecho fotografía para las revistas digitales de música Poolp MX, Radio Tónica, Freim y, actualmente, Warp. Sus textos sobre cultura popular, que incluyen música, deportes, cine y televisión, han aparecido en Palabrerías, revista en la que tiene una columna titulada La cuestión es moverse. También colabora en la organización Versus, dedicada a diversificar los contenidos en el periodismo deportivo mexicano.
Un comentario Agrega el tuyo