En la historia de la literatura sobre futbol aparecen grandes nombres provenientes de cada rincón del mundo. En Hispanoamérica pasan por el imaginario popular escritores como Juan Villoro o Eduardo Galeano, quienes en cientos de páginas plasmaron una pasión que parecería indescriptible. Algunos de estos escritores incluso practicaron el juego, la mayoría con muy poco éxito en su paso por las canchas, hay que decirlo. Como en la práctica del futbol mismo, pocas veces se reconoce a las mujeres como partícipes de la autoría de textos sobre este o simplemente como aficionadas al deporte, pero sin duda han acaparado esos terrenos con maestría. Debo admitir que antes de conocer a Cristina Peri Rossi, una cuentista excepcional de cuyos textos me he enamorado al paso de los años, yo tampoco sabía de ninguna escritora confesa aficionada al futbol y no culpo a nadie que hasta ahora lo ignore.
El origen uruguayo de Peri Rossi tiene mucho que ver con su gusto por el balompié. La famosa garra charrúa, ese ímpetu con que los originarios de aquel país han sabido imponerse a cualquier dificultad en el ámbito deportivo, ha permitido que decenas de futbolistas uruguayos destaquen a nivel mundial y conformen selecciones nacionales dignas de temer en cada Mundial. Uruguay fue el primer país en ser campeón del mundo y lo hizo como anfitrión hace ya noventa años. Este hecho habla mucho de la pasión de un país que, aunque pequeño en dimensiones y con una población que apenas supera los tres millones y medio de habitantes, trabaja mucho para ser reconocido y conseguir victorias descomunales. Desde entonces, ese éxito persiste en la memoria del país y ocupa un lugar privilegiado entre sus acontecimientos históricos.
Contrario al sentir de su compatriota Eduardo Galeano, quien confesaba en El fútbol a sol y sombra ser un pésimo aficionado por aplaudir a cualquier equipo que jugara bien, sin importar sus colores, Peri Rossi siempre se ha inclinado abiertamente por los “carboneros” del Club Atlético Peñarol. Los aurinegros de Peñarol conforman uno de los equipos con más tradición en la República Oriental del Uruguay. Se trata de un equipo fundado en 1891 por la iniciativa de empleados y obreros de una compañía de propiedad inglesa establecida en el país sudamericano. El Peñarol de los amores de la familia de Peri Rossi marcó su infancia como aficionada, ya que un Dodge gris la llevaba a ella y a sus tíos abuelos al Estadio Centenario, donde ondeaban banderas amarillas y negras. Su afición le hizo entender que el camino para convertirse en futbolista, por ser mujer, tendría demasiados obstáculos y causaría el disgusto de su familia. Tal vez el mundo nos privó de una gran futbolista, mas nos dio a una enorme escritora: de todo lo malo hay que sacar lo bueno. De Peri Rossi he aprendido que el deseo por convertirse en futbolista nada tiene que ver con querer abandonar el camino de las letras. En Peri Rossi he encontrado una voz cómplice de dos pasiones: el futbol y la literatura.
El amor por el futbol no es la característica más identificable de Peri Rossi como escritora. En su extensa obra, que incluye poesía, narrativa y ensayo, ha evidenciado una crítica política, sus vivencias en el exilio y una exploración de la sexualidad. Si bien son pocas las palabras que le ha dedicado al futbol, las que ha escrito han sido muestras de una pasión más racional que desbordada, que critica al futbol moderno como producto capitalista que se aprovecha del cariño de sus aficionados. Al residir en Barcelona tras su exilio a España desde 1972, está claro que el futbol ha seguido a Peri Rossi muy de cerca durante toda su vida; sin embargo, a pesar de que Barcelona albergue a uno de los equipos más exitosos de las últimas décadas, el F.C. Barcelona no es, para nada, santo de la devoción de la autora. Su texto anecdótico “El día en que le gané a Maradona” es una gran prueba de su aprecio por el Peñarol, pero también de su desdén por la maquinaria capitalista en que se ha convertido el juego, sobre todo a través de equipos tan mediáticos como los grandes europeos:
No soy del Barça por los mismos motivos que no soy del Real Madrid: porque se han convertido en empresas multimillonarias dirigidas a golpes de talón bancario, que especulan con los sentimientos nacionalistas o localistas de los aficionados, que necesitan adherirse a algo, y dicen “ganamos” o “perdimos” en un proceso de identificación por el que siento una repugnancia instintiva.
Aunque Peñarol dista mucho de ser un club chico, pues es el máximo ganador de la liga uruguaya y el tercero más ganador de Copa Libertadores, el futbol uruguayo en términos generales no se caracteriza por invertir grandes sumas de dinero en fichajes o en instalaciones. Peri Rossi le profesa cariño al Peñarol, mas, ojo, es un cariño que ni por asomo es fanatismo, sino nostalgia. En “El día en que le gané a Maradona”, narra el único partido al que ha asistido en Barcelona, el que enfrentó al F.C. Barcelona con el modesto Peñarol de Uruguay:
He vivido durante muchos años a cien metros del estadio del Barcelona y sólo una vez fui a ver un partido: el de Barcelona con Peñarol, en un innoble torneo de verano de escasa atención. O sea, soy una sentimental, cosa que todo el mundo que me conoce sabe. Esa tarde admiré el enorme estadio del equipo local, el bonito césped, las instalaciones flamantes, y me sentí completamente rara, verdaderamente extranjera: sin lugar a dudas yo era la única espectadora hincha de Peñarol . . . Al cuarto de hora, Peñarol metió un gol que no me animé a aplaudir en medio del silencio sepulcral del estadio, pero algún lector que me reconoció, entre el público, me gritó, en castellano con acento catalán: “¡Aplauda, aplauda, escritora, es su equipo!”. De modo que me volví, me sentí un poco más tranquila: quizás era un lector catalán que me concedía venia para hinchar por el equipo de mi país de nacimiento. (Los catalanes comprenden muy bien los nacionalismos, salvo uno: el español.) Una golondrina no hace verano, y el partido terminó Barcelona 3, Peñarol 1, como era dado esperar.
En este mismo texto, la escritora uruguaya con alma de centro delantera narra su gusto al verse por encima de las memorias de Diego Maradona en la lista de los libros más vendidos de la Feria del Libro de Montevideo. Aquel fue el día en que le ganó a Maradona. Ese triunfo fue para Peri Rossi una victoria ante un sistema consumidor de morbo y sensacionalismo, que explota hasta la última gota de las estrellas del futbol mundial. El mejor ejemplo de la voracidad del capitalismo, como atinó a expresar Peri Rossi y cuya opinión secundo, se reflejó en los excesos del recientemente fallecido Maradona.
Cristina Peri Rossi tal vez no sea la primera autora que nos llegue a la mente al hablar sobre libros en torno al futbol; no obstante, indudablemente este deporte ha sido parte de su identidad, primero como aficionada en Uruguay y después como detractora de sus excesos en Barcelona. En sus escasos pero certeros textos sobre el balompié aparece una crítica necesaria y poco frecuente, enmarcada por el cariño hacia la tierra que alberga a un equipo aurinegro de nombre Club Atlético Peñarol.

Fernanda Piña Vázquez (Manzanillo, Colima, 1996) estudió Letras Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Ha escrito y hecho fotografía para las revistas digitales de música Poolp MX, Radio Tónica, Freim y, actualmente, Warp. Sus textos sobre cultura popular, que incluyen música, deportes, cine y televisión, han aparecido en Palabrerías, revista en la que tiene una columna titulada La cuestión es moverse. También colabora en la organización Versus, dedicada a diversificar los contenidos en el periodismo deportivo mexicano.
Un comentario Agrega el tuyo