
Fecha de lanzamiento: 28 de abril de 2015.
Género(s): Ambient, Avant-Garde.
Sello discográfico: 2062 Records/Temporary Residence.
Duración: 40:10 min.
Hace casi ya un año reseñé un álbum con el título de Kankyō Ongaku, una compilación de varixs artistas japoneses, quienes coincidían en el estilo y género de su producción musical, el tan agnóstico Ambient. Escribí ese texto con dos objetivos: el primero era ofrecer algún tipo de tranquilidad a quien me leyera, con la ayuda de esa música. El segundo, más que objetivo, deseo, era no volver a tener que hablar de este género; no por que no quisiera, pues amo el Ambient, sino por que creí que este tipo de consolaciones, en el 2021, ya no iban a ser necesarias. No obstante, como dice el refrán, más vale algo que nada. Creo, fervientemente, que toda esta situación, por lo menos, nos ha ayudado a conectarnos más con nosotrxs mismxs. Y eso es algo que Cascade, del compositor estadounidense William Basinski, nos puede permitir.
William Basinski, nacido en Texas, el 25 de junio de 1958, es, según mi humilde opinión, el lado más Punk del ámbito de la música Ambient. Contrario a lo que el gran referente de este género, Brian Eno, hace —música meticulosa, precisa y, lo más “acústica” posible—, el estadounidense no solamente se rige por el arte de la improvisación, sino que trata de que su obra sea lo menos “humana” posible; lo cual, paradójicamente, llena emotividad a su música. Cascade, de 2015, es la prueba irrefutable.
Ahora, antes de entrar de lleno a todo lo que es esta pieza, pues es una sola canción y un álbum al mismo tiempo, necesito aclarar algunos puntos. Primeramente, como acabo de escribir, Cascade es una sola canción, con una duración de 40 minutos y diez segundos. Esto, más que una advertencia, es una invitación para poder sumergirse en la pieza. En un segundo lugar, la canción está compuesto por un bucle de un arpegio de notas de un piano distante, que se repite aproximadamente cada 13 segundos, y por una breve coda.
Quizá en un primer acercamiento esto no suene muy entretenido. ¿Por qué gastar tanto tiempo en una canción interminable? Por esa misma razón. Una de las grandes virtudes de este álbum/canción es que, en el nivel micro, las variaciones sonoras son infinitas, lo que se refleja en el nivel macro de la composición. Es así, que estamos hablando de una obra sin fin, la cual, aun después de terminada, continua resonando en el pensamiento. Es una simple paradoja en la cual uno se puede incluir.
El proceso de creación de este álbum es también es bastante interesante, pues fue de la misma manera en la que Basisnki creó su magnum opus, The Disintegreation Loops; como lo describe él mismo, se trata de la resurrección del pasado, ya que el artista tomó un fragmento de una grabación que él mismo había hecho en los años 80, la transfirió a digital y, mientras este proceso se daba, grabó cómo la cinta que tenías las grabaciones se iba deteriorando. El resultado final, lo que escuchamos, no solamente es una resurrección del pasado, también es su transformación y su destrucción.
Nuevamente, invito a quien me esté leyendo a que, como diría Thom Yorke, que sumerja su alma en amor, en tristeza, en su pasado y su futuro. William Basinski, de un proceso tan espontáneo, nos otorgó una pieza infinita que refleja la propia vida. Cascade es, sin duda, un gran ejercicio en la infinita transmutación.

Enrique García Moreno (Ciudad de México, 1998). Estudiante de Lengua y Literaturas Modernas Portuguesas (simón, existe) y de Actuación. Melómano de profesión y cinéfilo de oficio. Escribe poesía vermelha y prosa. Ha participado en varios concursos de relato como el Juan Rulfo o el Luis Arturo Ramos de la Universidad Veracruzana.