Taller de cuento | Vacaciones, por Erika Espinoza

Tuve un maestro que siempre se vestía combinando así:

-camisa y pantalón blanco con cinto y zapatos negros
-pantalón y camisa beige con zapatos y cinto vino
-camisa y pantalón negro con cinto y zapatos blancos

Era muy metódico en sus clases y en sus calificaciones, poco hablaba fuera del tema de la clase. Nos impartía Administración, la cosa más aburrida que pudieran imaginarse; nos entreteníamos apostando sobre qué atuendo usaría la siguiente clase, nos enviábamos papelitos, ya saben, aun no teníamos celulares. El ganador desayunaba gratis ese día.

Varias veces gané con el conjunto blanco con cinto negro, pero un día, hacia final de semestre, el atuendo blanco llegó incompleto, la camisa era la beige. Todos estábamos confundidos… “quizás no se secó la ropa con la lluvia de ayer”. A la clase siguiente, el conjunto beige apareció completo, incluso el negro unos días después, pero el blanco no apareció de nuevo. El maestro empezó a toser continuamente mientras daba la clase, lo hacía doblemente aburrido, la mitad del salón daba cabezada. En uno de esos días, Mirna, la chica de intercambio, se golpeó contra la pared al quedarse dormida; el maestro le pidió que se quedara después de clase.

A los pocos días Mirna empezó a toser también, creíamos que la había contagiado de algo. Durante esa semana dejo de ir, estábamos en finales. Pobre Mirna, nadie la buscó ni la echó de menos. El maestro fue muy exigente con el trabajo final, lo hizo individual y pidió mil autores de referencia; si hubiéramos imaginado las cosas, nos habríamos graduado juntos.

Poco antes de las vacaciones, el maestro empezó a llegar tarde, a veces no llegaba… ahora solo vestía en beige y negro con sus correspondientes zapatos y cintos; pero él se volvió más agradable, ya no era tan aburrido.

El periódico de julio, al poco de salir de vacaciones, hablaba de una secta satánica en el cerro del Cucú. Cosas de chismes, dijimos todos, pero nos dio algo entretenido para el verano. A finales de mes dejó de ser divertido cuando encontraron ropa manchada de sangre y algunos restos humanos. Los tabloides publicaron la camisa blanca con enormes manchones, una posible víctima.

En agosto volvimos a la escuela aún con el misterio de la secta satánica. Mirna estaba ahí, fabulosa en su vestido negro. Repitió clase con el profe de Administración, pero parecía no importarle, él se había vuelto tan agradable…

Un día nos invito a unos compañeros y a mí a un recorrido en el campo, ese día Mirna vestía de beige con vino: tuve miedo. Pedro no volvió del paseo y ahora Vicky vestía de blanco y negro o de negro con blanco y entraba de oyente con el profe. Me quise cambiar de escuela, hasta de ciudad, pero mi mamá dijo que estaba loca, que no pasaba nada.

Hoy es mi cumpleaños y mamá me ha regalado un bello vestido blanco, creo que escaparé por la tarde, no importa a dónde.


Erika Espinoza Rodriguez. Nacida en Baja California, Psicóloga de profesión. El amor por las letras le viene de familia, desde el legendario libro vaquero hasta Don Quijote, todo pasó por su familia y en algún punto se enganchó. Leer y escribir han sido sus compañeros de vida, desde las historias de amor en su adolescencia hasta los cuentos para dormir de sus hijos. Espera algún día escribir algo que traiga a los otros la emoción que ella siente al leer. Participante del Taller de Cuento para Principiantes (junio-julio 2021).

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