Para Santi y Andy
Uno
Salí a ver el mar por un día y
cuando regresé
sentí que pasaron semanas
Allá en la playa
el tiempo —los segundos—
se cuentan con
ca
da
o
la
En cambio
aquí en mi casa
el sonido del reloj es
el eco de un huracán
Dos
Voy dejando
pedacitos de mí
en los sifones del baño
en el lavamanos
en las esquinas del cuarto
en la almohada
en el jabón
Pedacitos ondulados de mi mente
que buscan
en la casa
la paz que nunca encontrarán
en el cuerpo
Tres
Arriba del cielo raso
empiezan a rebotar
aullidos
gemidos
rasguños
roce de polvo y pelos
Se derrama un olor amarillo
por las paredes
¿Son unos gatos multiplicándose
o es el espejo de
tantos encuentros dolorosos
que hemos tenido
debajo del cielo raso?
Cuatro
Ahora entiendo
por qué mi mamá nunca me dejaba
escribir sobre las paredes:
es que si ponía mis palabras ahí
las visitas iban a darse cuenta de
las cosas tan raras que tengo en la cabeza
En cambio
en los cuadernos que me regalaba el niño Dios
sólo ella podía leer y
lidiar solita
con ese sufrimiento de tener un hijo diferente

Omar Barboza Camargo. Vive en un pueblo de la costa atlántica colombiana llamado San Onofre de Torobé. Desde que se graduó de arquitectura ha estado vinculado a talleres de escritura y lectura con escritoras en el Caribe colombiano como Luz Karime Santodomingo, Luis Mallarino, Adriana Rosas, Irina Henriquez, Carlo Acevedo, Josef Amon-Mitrani, entre otras. En ese tiempo ha estado desarrollando un proyecto poético llamado “casedad”, con el que explora diversas formas de entenderse y manifestarse a través de elementos y espacios de la casa. El poema principal de este proyecto aparece en el número 107 de la revista Huellas de la Universidad del Norte.