Taller de cuento | Desde adentro, por Valeria Montes

[Texto resultado del Taller Escritura de Cuento para Principiantes: noviembre 2021]

Despertó a causa de un silencio abrumador. Aquella ausencia sonora lo raptó del abrigo de su inconsciente, obligándolo a no escuchar. Jamás habría imaginado que la quietud pudiera perturbarlo de ese modo. Al parecer, después de tantos años, se había acostumbrado al molesto arrullo de los perros ladrando sin control; de las casas y edificios tronando de viejos; de los gritos fantasmales que envolvían al pueblo desde que llegó.

Había pasado casi medio siglo quejándose de todo ello, despotricando con ganas los panoramas añejos y rurales bosquejados por su paisaje adoptado. Más que cualquier otra cosa, le había sido imposible acostumbrarse a la devoción ciega ofrecida por aquel pueblo al enaltecido clero; o a su asquerosa manía de anunciar tan ceremoniosamente los eventos destacables de cada familia, convirtiéndose enseguida en un eco vigoroso que llenaba a los hogares con el entusiasmo de la novedad.

La calma, que había aparecido como una confirmación de lo inevitable, se vio interrumpida por aquel sonido metálico que él tanto odiaba. Tan-tan, tan-tan. Deseó enseguida el regreso del silencio, se arrepintió de haberlo repudiado, lo extrañó con firmeza en el preciso instante en que comenzó ese desagradable registro, que continuaba vibrando con determinación; presumiendo, elegante, su inconfundible doblete. Tan-tan, tan-tan. Se cubrió las orejas instintivamente, pero el sonido parecía venir desde adentro, como en coordinación perfecta con los viejos latidos de su moribundo corazón.

Era igual cada vez. Lo carcomía por dentro con una intensidad tan profunda que traspasaba lo anímico. Nunca se lo dijo a nadie, pero así lo había descubierto desde hace tiempo. Pasó hacía treinta años cuando Guillermo; 8 años cuando Sandra; 7 meses cuando Luis… Cada vibración sonora lograba desgarrarle un trozo más de tripas, de carne, de tejido. No podía verlo, y sin verlo, lo sabía. Ese endemoniado sonido lo estaba devorando como un parásito desde la primera vez que lo escuchó vibrar.

Había pensado que esta vez, la última, le sería más fácil. Pensó incluso que el dolor sería reemplazado por templanza; aquella que tantas veces había escuchado mencionar en los lechos taciturnos de sus fieles difuntos. Sin embargo, nunca había dolido tanto. Tan-tan, y se quedó sin sangre, tan-tan y se quedó sin piel, tan-tan y se quedó sin huesos.

—Están tocando a muerto —había contestado ella con tono indiferente hacía cuarenta años, después de que él, ignorante de las costumbres del pueblo, le preguntara el porqué de tanta campanada.

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Valeria Montes. 26 años, nacida en Cuernavaca, Morelos. Comunicóloga, especializada en publicidad. Actualmente trabaja como Copy y Content Jr. en una agencia de Marketing.

Enamorada de las letras, del ombligo de la luna y del olor a cempasúchil. Encontró su pasión por la escritura desde los 8 años, cuando redactó su primera historia inspirada en un sueño. Ha escrito cuentos desde entonces, la mayoría de ellos dedicados a México: a sus paisajes, a su historia y a su gente.

En los últimos años ha querido explorar diferentes géneros y estilos de narración. Continúa formando su identidad como escritora y le entusiasma aprender tanto como sea posible de esta pasión que lleva ejerciendo desde pequeña.

Un comentario Agrega el tuyo

  1. Zuluay dice:

    Muchísimas felicidades Valeria. Qué bonito leerte y ver que sigues haciendo lo que te gusta 🥰

    Me gusta

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