
Páginas: 176
Publicación: 2021
El futuro es inevitable, opaco, lleno de transformaciones, suplantaciones y tránsitos hacia el Otro Lado, o al menos eso propone Edmundo Paz Soldán en La vía del futuro, tercer volumen que el autor boliviano publica en Editorial Páginas de Espuma.
8 cuentos experimentales de Paz Soldán
La antología contiene algunos de los cuentos más experimentales que he leído, y una inevitable vibra weird donde tenemos de trasfondo a un Dios creado por y para la Deep Web. Esta entidad, cada que aparece o pasa de voz en voz, cimbra a cada cuento titular, aunque nunca derriba sus cimientos.
Debido a ello, mis cuentos favoritos fueron ‘El señor de la Palma’ y ‘La vía del futuro’. Ahora bien, ‘En la hora de nuestra muerte’ me parece temáticamente diferente, porque lo comprendí como un cuento donde una situación -en este caso, una epidemia de drogas- es la protagonista, y no una persona o un lugar. Allí, decenas de personajes chocan, se solapan y se empujan como bolas de billar mientras, de telón de fondo, la crisis arrasa con la ciudad, y el personal médico se queda sin voluntad y sin recursos.
Dicho cuento tiene unos tintes más de reportaje y, a pesar de que otras tramas también se desenvuelven en un ámbito costumbrista, me parece que contrastó demasiado con ‘El astronauta Michael Garcia’, y otro cuento breve que me encantó por su ambiente submarino, ‘Las Calaveras’.
“También quisieron saber si no le daban miedo las extrañas ondas de radio provenientes del sistema Alfa Centauri captadas por el observatorio de Guizhou, y él respondió: «Más miedo me daría saber que estamos solos».”
Espeluznante a veces, inquietante siempre, este tipo de frases empujan al lector hacia la contemplación del appel du vide, aunque, a diferencia del impulso suicida del cual se desprende la frase original, el que Soldán crea en La vía del futuro es el llamado hacia un abismo que está a punto de contestar de vuelta, y es en esa inminencia donde la inquietud de sus tramas reluce. Es allí cuando, como lectores, queremos movernos de ese linde, pero tenemos que quedarnos a ver qué más tiene Paz Soldán que decir.
Inteligencia artificial = deidad que sí se comunica
Por supuesto, la incursión temática del autor respecto a los alcances de la tecnología en la vida diaria es destacable; especialmente cuando se compara a una inteligencia artificial suprema con la presencia de un dios omnisciente, cuya personalidad sobrepasa la crueldad para instalarse en la indiferencia. Esa es la cuestión: estamos siendo observados todo el tiempo, pero cuando el que observa cobra conciencia, se desliza hacia el aburrimiento. No somos tan interesantes.
Soldán crea psiques torturadas que potencian la atmósfera, como el amnésico astronauta, el esposo bajo presión o el trabajador que quedó encerrado en un culto, cuyo complejo de edificios está a mitad del trópico. Es evidente el oficio del autor y un minucioso trabajo de edición, además de un pinchazo de irreverencia que promueve una lectura más animada.
“1. A los robots no les importa un carajo si vives o mueres.
2. Los robots no quieren tener sexo contigo. ¿Me estás escuchando, Japón?
3. ¿Puedes contar solo hasta tres? Es un milagro que hayas sobrevivido lo suficiente como para poder construirnos. Ahora te puedes marchar.”
El futuro está a cinco minutos en taxi
Hologramas, pastillas que cruzan dimensiones y materializan sueños, cultos, grutas submarinas, vibras tropicales de vértigo, decenas de ciudades en América, astronautas desmemorizados y suplantados, inteligencias artificiales filosóficas y androides suicidas, relaciones a punto de fracturarse, no-lugares y tránsitos liminales reminiscentes a los de Solange Rodríguez Pappe, apocalipsis tentativos y una pregunta que no ceja: ¿dónde estaré yo cuando esto suceda? El futuro que presenta Soldán no es uno lejano, sino uno que viene galopando por la avenida y está a punto de torcer la esquina.
Allí también destaco otro elemento más de esta antología de cuentos: el urbanismo perenne, el futuro que sigue teniendo a la ciudad como centro de la civilización y por ello debe inventarse nuevos espacios liminales cada día, nuevos backrooms a cada vuelta de esquina.
Finalmente, y sin intenciones de querer encasillarlo, simplemente diré que en La vía del futuro se mezclan la ciencia ficción con una atmósfera gótica latinoamericana donde no carecemos de tecnología, sino de las herramientas para saber aprovecharla de maneras distintas. Maneras menos humanas, donde siempre nos pongamos como centro del universo.“La pastilla va haciendo efecto. Me acaricio la mejilla. Quisiera que una tormenta eléctrica la despierte. Pero no. Aparecen el resplandor azul, las aguas espesas, el túnel membranoso. Viajo al otro lado.”

Alicia Maya Mares (Ciudad de México, 1996) estudió Comunicación en el Tecnológico de Monterrey y está cursando la 12ª edición del Máster en Creación Literaria de la Universidad Pompeu Fabra, en Barcelona. Sus textos han sido publicados en la sección “Piensa Joven” del Heraldo de México y en las revistas literarias Efecto Antabus y Carruaje de Pájaros.