Hacer chiribitas | La memoria permanecerá: Despojos, de Lola Ancira

Páginas: 130

Publicación: 2022

Editorial: Universidad Autónoma de la Ciudad de México

“Hoy, la densidad de su mutismo le pesa a Abigaíl como nunca. Ernesto se aclara la garganta, preludio para halar, y la mujer estira el cuello hacia él, mas éste no emite palabra alguna. Ella conoce cada uno de sus silencios: el taciturno, el resentido, el rabioso. El de hoy es nuevo, los asfixia a ambos. Trae consigo la tempestad.”

Despojos, de Lola Ancira

En su más reciente libro, la autora queretana nos presenta cuentos donde la ausencia es más bien llamado, y los huesos de seres amados también tienen voluntad propia.

Vale destacar que Despojos fue ganador del certamen nacional de literatura Laura Méndez de Cuenca, otro sello de calidad más hacia la obra de Lola Ancira.

En estos 8 cuentos, la autora nos lleva consigo para atestiguar diferentes tragedias que acontecen por todo el país: asesinatos, desapariciones, impunidad, encarcelamientos; la violencia de sabernos solos frente a una oscuridad que extiende su mancha y a todos contamina.

La ramificación del dolor

En ‘El mundo vacío’, veremos a un padre cuya hija es secuestrada y, en su desesperación, le habla por una cabina telefónica, a donde más personas acudirán a hablar con quienes se han ido. Cábala, gestión del dolor o convocatoria a otros dolientes: puede ser cualquiera de las tres. En ‘La rabia lenta’, una mujer visita al asesino “que fuera novio” de su hija en la cárcel, y narra su pérdida mientras intenta concilar ese golpe con lo que fuera una sólida fe; en ‘Contagiar el mal’, una familia es sacudida por el hecho de que a su hijo menor lo hayan obligado a perpetrar un crimen; en ‘Hablar con los muertos’ una madre busca los huesos de su hijo Emilio en fosas clandestinas y en compañía de otras buscadoras, mientras lidia con amenazas y aislamiento; y en ‘La soledad de la lejano’, una mujer procura los huesos de su pareja, Bernat, según sus costumbres, hasta que un día allanan el cementerio y roban cada osamenta, por lo que ella emprende una búsqueda de ellos.

Sí, los huesos tienen un rol protagónico en Despojos, pues son los restos, los testigos; el signo de que ya no queda esperanza y, a la vez, el consuelo al que muchos se aferran.

Ahora bien, no llega al morbo o al aprovechamiento de esta pena para su narrativa, sino que prefiere darle voz a las experiencias de cada personaje hasta que su pérdida se comprende en los nervios, hasta que esta deja de ser un nuevo titular de periódico y se convierte en una tragedia compartida, indeleble, imparable.

La prosa y el ambiente

Dicho eso, es cierto que desarrolla a profundidad el carácter y los desafíos de sus personajes, exponiendo el dolor y la manera en que este se ramifica por un cuerpo y una vida. Todo empleando un lenguaje elocuente y, a la vez, íntimo y descarnado.

A diferencia de obras anteriores de Ancira “como en Tusitala de Óbitos, donde cuentos experimentales logran exprimir la esencia del lenguaje hasta construir escenarios surreales, o en Tristes sombras, en el que existen ciertos tintes periodísticos al narrar la vida de personajes que vagabundearon por Lecumberri o la Castañeda”, Ancira pone énfasis en la emoción, en cómo los sentimientos florecen dentro de personas con mentalidades muy diferentes, que atravesarán lutos semejantes.

Eso sí, Despojos no solamente va de introspección.

También incide en la construcción de ambientes donde el abandono y la sensación de vulnerabilidad de sus personajes es clara:

“Para el décimo aniversario luctuoso de Bernat, notas que el abandono del cementerio ha prosperado. Lápidas semiderruidas, lozas de cemento destrozadas y tumbas saqueadas entre areglos macilentos de plástico, flores resecas, basura y fotografías cuarteadas de fantasmas, ángeles, vírgenes y cristos degollados, mutilados. Trozos de ataúdes, mausoleos con las rejas forzadas, vidrios rotos, chapas destruidas. Una necrópolis sumida en el mismo olvido que sus moradores. Te duele palpar el atropello, el ultraje.”

Claro, no todos los cuentos acontecen en cementerios o panteones, pero ya que estos son lugares para honrar y recordar, resultan un escenario común de los relatos. Sin embargo, también veremos la descripción de cárceles, páramos, casas, automóviles, peñascos y consultorios de dentistas depravados. En cada uno de estos sitios habita el dolor.

Que sean recordados

Me gustaría mencionar lo cuidada que está la edición, y cómo el título refleja tanto el aspecto físico como el espiritual de lo que deja la violencia en México: despojos. No son restos, ni huesos, ni cadáveres. Son los despojos de aquellos que sobreviven, y de lo que pudo ser.

Pero aunque se diluya el sufrimiento y shock inicial, la memoria permanece.

“Desde pequeña sabes que hay algo peor que la muerte, el olvido. Para evitarlo, es preciso volver, tocarlos, acompañarlos. Que ellos se sepan recordados, tranquilizarlos con las manos y la voz: de tu madre también aprendiste a hablarles con vehemencia.”

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