Minificciones, por Nohemí Paz

Una aciaga navegación

Estoy en medio de esta gran manta azul que cobija criaturas conocidas y no tan conocidas. Temo por mi vida, porque es la única que está dentro de este bote blanco. En ocasiones, cuando es de día, imagino que estoy allá arriba, recostado en una nube, a salvo de aquella criatura que me viene a visitar a medianoche sin falta, desde que mis compañeros se convirtieron en alimento para peces.

La primera vez que la vi ni siquiera pude cambiar de posición, porque llevo semanas navegando sin comida ni agua. Supongo que observaba mi aspecto tan diferente al suyo. Él o ella, no sé exactamente cómo nombrarle: está lleno de escamas que cambian de color por el reflejo de la luz de las estrellas; sus brazos pueden doblarse como si fuesen tentáculos… y no tiene ojos, o eso creía hasta que, en una ocasión, noté que esas pequeñas perlas negras alrededor de su cuello se movieron hacia mi dirección. Estoy seguro de que terminará mi calvario, ayer el adefesio ha intentado darle la vuelta al bote y casi lo consigue, pero hoy lo logrará, porque ya no tengo fuerzas para detenerlo.

Viaje a Marte

Apá, ¿cuánto cuesta ir a Marte? ―el señor que se encontraba a su lado se rascó la gran barba sin prestar mucha atención a la pregunta de su hijo, así que insistió sin dejar de ver a la ventana. ―¡Papá, papá! ¿Podríamos ir a Marte? En la tele dicen que ahí hay agua.

Ajá, sí, iré con tu tío Pepe, tú atento si llueve ―Alejandro solo pudo cruzar los brazos y patear una de las latas de soda que estaban por todos lados en el suelo.

Rara vez la lluvia visitaba esta ciudad empolvada y para la familia Ramírez cada gota era valiosa. La resguardan en cubetas y en un tambo azul que ponían en el techo y alrededor del cuarto donde rentaban. Ni bien se había esfumado la sombra de don Roberto, cuando las primeras gotas rebotaron en la calle. El niño miró con tristeza el agua que empezaba acumularse y suspiró.

―Seguro mamá sabía llegar a Marte, o tal vez se fue ahí y por eso no regresó…

Réplica a una misiva a un sordo

Narciso

Cuando despertó, Eco todavía estaba allí.

Eco:

Tu solo nombre me pone de mal humor. ¿No entiendes? ¿No comprendes? ¿De qué sirve que te hayan depositado tantos dones los dioses si ninguno se compara con la prudencia y la sensatez? Eres necia y abrumadora, insistente e impulsiva. ¿Amor? ¿Esto es un acto de amor? Creo que le has otorgado a tu condición un significado que no le corresponde, pequeña ingenua.

Te responderé a tus cuestiones persistentes para que me dejes en paz de una buena vez: sí, contraté a Pausanias y a Conón para que respondieran con diligencia tus decenas de cartas porque estaba cansado de repetir lo mismo: no me interesas y nunca me interesarás. Disculpa mi forma tan impropia de decírtelo, pero ya no sé exactamente cómo hacerte entrar en razón de que mi palabra al fin sea tan clara para que limpie y te dé luz ante tu ceguera. Además, debo confesar que no tuve cuidado con las respuestas de ambos, sin embargo, no será así la próxima vez porque no permitiré una segunda oportunidad.

Sé que en este preciso momento puedo sonar descortés; no obstante, comprende que ya estoy cansado de esta situación que tú has orquestado. ¿Acaso Pan no es una buena opción? Sé de buena fuente que él podría ser un buen compañero para ti y además te ha estado buscando desde hace tiempo. Me juzgas de que soy un malvado por no corresponder como tu deseas a tus ruegos y a tus caprichos, pero, entonces, ¿tú qué eres respecto a cómo te adora Pan?

Eco, no pierdas más tiempo con un sentimiento que te está marchitando poco a poco, ¡tan bella que eres! Haz caso, por favor, te lo suplico por los dioses, que está sea la última misiva que te dirijo. Por último, no aceptaré tu obsequio, te regreso de nuevo aquello que nombras como “espejo”.

Narciso


Nohemi Damian de Paz (Ciudad Juárez, Chihuahua, 1995). Licenciada en Literatura Hispanomexicana por la UACJ. Ha publicado en las revistas Metáforas al aire, Zompantle, Cuadernos Fronterizos, Comedia sin título y Revista Sangría. Fue incluida en las antologías Casa de los espejos (Ediciones Ave Azul, 2020), Mundos disidentes (Aquelarre de tinta, 2021) y Voces indómitas (Crisálida Ediciones, 2022).

Deja un comentario

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s