Microrrelato | Fausto en Ápeiros, por Juan Pablo Tovar Ruiz

Dicen que entre la inmensidad de los antiguos libreros tallados en ébano se difumina la figura de un hombre, sujeta una lámpara antigua de luz tenue, lánguida. Los pasillos se multiplican hasta la náusea. No existe libro, texto o pergamino que no habite ese espacio. Allí vive el nigromante que asesinó al conocimiento, deambula bajo la cúpula de lo ignoto. Sus ojos exánimes escarban el lenguaje, lo absorben, hasta mutilarlo. La biblioteca de Ápeiros no respira. El lugar, rodeado de vapores negros, alberga un escritorio de granito que se mueve al ritmo del hombre: Fausto se sienta, abre el último libro que le resta por leer en Ápeiros. Comienza por olfatearlo; la piel restirada del lomo desprende fugaces aromas negros; ya por instinto, acaso unido a una insondable racionalidad, lo degusta con la yema de los dedos, pupilas sin identidad. En voz alta lee hasta la última página, prolonga el vacío entre oraciones y aliento. Un cementerio habita en su palabra, cuando termina cierra los ojos. Su rostro tiene apariencia de árbol seco, tiembla al pronunciar una especie de conjuro. Las letras desaparecen sin precipitarse. Su corazón es negro; su sangre, tinta. Arroja el libro, se levanta y camina hacia el único espejo que hay. Arrastra los pies, su traje vetusto y arrugado comienza a deshacerse. Está frente a su reflejo: sus dientes parecen espinas en una hondonada; las cejas profusas, de grosor primitivo; su boca belfa y arrugada se abre. El espejo se hace agua y le cae encima: sus orejas se hinchan, les brota una especie de ramas, el torso engruesa, rompe lo que restaba del traje. Tiembla, tiembla. Vaivén de espacios. Un olor indescriptible se expande, cada dedo de los pies se transforma en raíz, de los ojos retoñan frutos púrpuras; se quiebra el suelo y los libreros caen en el vacío. Fausto grita mientras su tronco crece, duplica, triplica su altura y más. La biblioteca desapareció. En el centro hay una parcela con el árbol del conocimiento.

Fausto en
Omar Felipe Martínez

 


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Texto: Juan Pablo Tovar. Estudió literatura y creación literaria en Casa Lamm, donde fue editor de poesía en la gaceta Lammadame. Ha publicado poesía y cuento breve en revistas  digitales e impresas. Trabajó como coordinador editorial para el sello Mirlo. Quería ser corredor de cien metros planos y ahora es padre.


Fausto enIlustración: Omar Felipe Martínez. Estudió la carrera de diseño y comunicación visual, apuntando a la creación de ilustraciones, dibujando, traduciendo y creando mundos y personajes. Apasionado por ilustrar, experimentando y logrando acabados diferentes en cada ilustración.
Instagram: Omr_ilustración
Facebook: Omrilustración

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