- Director: Aurel
- Guion: Jean-Louis Milesi
- Duración: 80 minutos.
- Productora: Filmin
- País: España, Francia y Bélgica.

Actualmente, aunque existan grandes producciones innovadoras en el ámbito de la animación, mi sensación al ver los últimos estrenos en este estilo es de desilusión; creo que esta manera de crear se actualmente utiliza más como una manera de atraer la atención del público infantil y no como un medio de expresión. No quiero que se me malinterprete, pues no es mi intención dar a entender que todas las películas realizadas por grandes estudios son “malas” o que no tienen nada de “artístico” (el año pasado, Soul de Dinsey y Pixar nos sorprendió a la mayoría). Sin embargo, estos ejemplos son minoría a la hora de apreciar la generalidad de las películas en este estilo. Para nuestra buena suerte, existen todavía filmes que se atreven a llevar a la animación a lugares obscuros, solo para iluminarnos más. Este es el caso de Josep del director francés Aurel.
Narrada a través de las memorias fragmentadas de un gendarme retirado, Josep ilustra la historia del artista español Josep Bartoli cuando, por culpa de la dictadura franquista, fue exiliado a Francia, donde fue a parar –junto con miles de españoles más– a unos campos de concentración. Afortunadamente, el filme no solo se queda en los horrores, también explora los días de libertad del artista, como su estancia en México con Frida Kahlo.
Naturalmente, lo primero que se debe resaltar es la animación. La película está dividida en dos tiempos principales: el presente, con el gendarme anciano y malo de salud, quien le narra a su sobrino la historia; y el pasado, que comprende la mayoría de la duración del filme y es donde se desarrollan todos los acontecimientos. Estos dos tiempos se diferencian claramente por los distintos tipos de animación, puesto que, en el presente, todo es colorido y, especialmente, fluido. De modo opuesto, el pasado está lleno de tonalidades grises, obscuras y cafés y su movimiento es pausado. Se trata más de un dibujo, que una animación.
Puedo decir que esta manera de retratar esas memorias de tiempos tan violentos y crudos me pareció un gran acierto. Todas esas sensaciones de desesperanza se logran transmitir con esos colores y trazos rígidos (casi expresionistas). Es muy poco común ver en estos días una película que no tema tomarse su tiempo, sobre todo en una producción animada, si eso es utilizado para simbolizar sensaciones. Este aspecto, no obstante, creo que puede ser un arma de doble filo, ya que creo que esta diferencia de tempos podría hacer menos disfrutable la película a algunos espectadores. Yo mismo, aunque creo que es una muy buena estrategia, sentí que sí llega a afectar un poco al ritmo en general de Josep.
Otro aspecto que, a mi parecer, no solo es digno de mencionar, sino resultó verdaderamente entrañable fue la estructura del filme. Con esto dicho, no hago referencia solamente a la división del pasado y el futuro, sino el cómo el director logró unir tres culturas diferentes. El arte imita a la realidad, eso está claro, pero la forma en que Aurel plasmó esa humanidad en seres animados es realmente un triunfo.
Este componente va de la mano con la gran emotividad y sensibilidad que esta obra contiene. Aunque seamos ajenos a la situación histórica y/o a los personajes retratados en la película, esta logra mover profundamente las emociones. Por eso creo que Josep se atreve a dar un paso a la obscuridad, para alumbrar nuestros sentimientos.
La ópera prima de Aurel, además de ser una animación singular, que desafía las normativas –tanto estéticas como estructurales– de la animación actual, también sirve como un punto de inicio para introducirse a la obra y vida de Josep Bartoli. Lo que Josep nos deja, es más que una animación “artística”; se trata, más bien, de un entrañable dibujo humano.

Enrique García Moreno (Ciudad de México, 1998). Estudiante de Lengua y Literaturas Modernas Portuguesas (simón, existe) y de Actuación. Melómano de profesión y cinéfilo de oficio. Escribe poesía vermelha y prosa. Ha participado en varios concursos de relato como el Juan Rulfo o el Luis Arturo Ramos de la Universidad Veracruzana.